martes, 25 de octubre de 2011

Scoth Broom

Scoth Broom (Retama de Escoba)

Scoth Broom (Retama de Escoba)
Esta planta tiene la cualidad de regenerar los suelos empobrecidos, ya que permite fijar el nitrógeno con sus raíces, enriqueciendo la tierra. Debe su nombre popular a que sus duros tallos se usaban como escobas. Debido a la asociación de las escobas y las brujas, y sus propiedades narcóticas, antiguamente era utilizada también contra los hechizos.
Esta esencia floral trabaja sobre el profundo sentimiento de absurdidad que nos acomete cuando vemos la incongruencia de la raza humana: destrucción del medio ambiente que la sustenta, el hambre padecida por gran parte de la humanidad cuando el resto despilfarra y abusa de los medios a su alcance, de las guerras sin sentido, de las ansias de poder que arrasan todo lo que encuentran a su paso, de los medios de comunicación que manipulan y mienten, de la corrupción en gobernantes o políticos... es una presión social y mediática que deprime el alma. Las fuerzas del alma quedan relegadas a la oscuridad del mundo de la psique.
Cuando vivimos con esta única visión del mundo que nos rodea, perdemos totalmente la fe por la raza humana y nos sumimos en la desesperanza, angustia, depresión, pesimismo, desesperación... creamos una sensación en nuestro interior de que la vida no vale la pena de ser vivida, y que por lo tanto tampoco merece el esfuerzo de cuidarse y hacer algo por uno mismo, al igual que tampoco lo vale el hacer nada por todo lo que nos rodea, y acabamos convirtiéndonos en personas poco tenaces y poco perseverantes. Estamos prisioneros de ese sentimiento tan grande de futilidad, que nos cuestionamos el "para qué" de la vida.
El pesimismo social nos sume en la amarga sensación de que no hay nada que hacer para contrarrestar esa inestabilidad social. Esto puede crearnos un miedo aterrador por lo que puede pasar con el futuro de la Tierra o de la especie, llegando incluso a provocarnos un miedo apocalíptico que nos sumirá en graves crisis de ansiedad. 
Este derrotismo social hace que nos quedemos atrapados en una densa nube de oscuridad, y sin darnos cuenta, con nuestro catastrofismo, estamos colaborando a engrosar el egregor astral creado por todos los pensamientos densos emitidos por personas, que como nosotros, piensan de esa misma forma negativa.
Con esta esencia floral se consigue superar el pesimismo, ya que al aporta fe que trasciende lo personal, hace posible trabajar, reinstaurar la lucha diaria y enfrentarse con la adversidad, permitiendo ver las dificultades como un reto de crecimiento y evolución. Capacita a las personas para moverse hacia la acción social que provoca el cambio.
Al crear la conciencia de que hay esperanza para cambiar el rumbo de los acontecimientos, ayudará a que nuestros pensamientos, libres de la densificación del miedo, contrarresten el egregor astral.
La vibración de Scoth Broom también actúa muy bien en temas grupales, tales como empresas en crisis, familias con problemas de separación, escuelas marginales...       
Su esencia floral está hermanada con la esencia floral Gorse del sistema Bach, pero son la salvedad de que esta última está enfocada a la desesperanza personal y Scoth Broom a la desesperanza social. Ambas esencias trabajan muy bien juntas.
La Naturaleza puso a Scoth Broom en nuestros campos para ayudarnos a "barrer" de nuestro interior la opresión de la desesperanza en la sociedad en la que nos ha tocado vivir o del mundo en general, y así facilitar que nuestra alma pueda vivir todas las situaciones sociales como experiencias evolutivas a nivel de  raza humana, a poder ver más allá de la situación real y darnos cuenta de los movimientos necesarios que hacen falta para promover el cambio y poder adecuarnos a la nueva vibración que se abre ante nosotros. Porque solo después de un tiempo de "limpieza" podremos desechar las cosas que ya no nos sirven para poder hacer sitio a lo que verdaderamente importa. La energía de esta esencia floral es la escoba que nos facilita el Universo para ayudarnos a barrer de nuestro interior el miedo apocalíptico y de los tiempos finales causados por la inestabilidad social que nos ha tocado vivir, y dar paso a la esperanza de un mundo mejor libre de la opresión de la oscuridad.    

lunes, 17 de octubre de 2011

Fireweed

Fireweed (Hierba del Fuego)


Fireweed (Hierba del Fuego)
Es una flor valiente, la primera que renace en terrenos invadidos por el fuego, por el agua, tras un desastre natural o de la tala de árboles, colaborando en la regeneración de la tierra, formando una red etérica de energía curativa, purificando y renovando la estructura del suelo al fundir su propia vibración con la del terreno, permitiendo así atraer de nuevo la vida vegetal. Posee una potencia vital intensa. Su esencia floral hace lo mismo con las personas, estimulando la renovación de energías en todos los niveles del ser (físico, mental, emocional y espiritual). Trabaja cosas de fondo, muy estructurales, restaurando incluso tejidos celulares. Es como el Ave Fénix que resurge de sus propias cenizas. 
Hay sucesos o situaciones en la vida capaces de devastar nuestras creencias, nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestros sentimientos, tanto súbitamente como de una forma paulatina, que hacen que adquiramos la creencia de que todo está perdido, de que nada volverá a ser nunca más como antes, de que la vida nos ha impuesto un reto demasiado grande y que jamás podremos salir hacia delante. Esto puede suceder tras experimentar una catástrofe que ha arrasado con todo lo que poseíamos, una enfermedad grave, la pérdida de alguien que era el puntal de nuestra vida, cuando nuestras condiciones de vida se han visto aplastadas por el miedo provocado por el comportamiento anómalo de los demás, cuando no nos permitimos comenzar nuevas relaciones porque no nos atrevemos a descartar las del pasado, o cuando se ha luchado mucho por mantenerse a flote y hay un desgaste enorme a nivel físico, emocional y espiritual, ya que se ha dado todo por perdido sin saber que más se puede hacer para superar la situación (violaciones, ataques, actos violentos, accidentes, mutilaciones, quiebras económicas, pérdida de posesiones, desarraigo, destrucción, desolación, conflictos bélicos, enfermedades graves, abandonos. Situaciones vividas como desastrosas a nivel individual o colectivo).
En todas estas situaciones de emergencia Fireweed ayudará a liberar el dolor, los traumas y el malestar físico, liberando el estrés provocado por los acontecimientos traumatizantes, al permitir atraer del ambiente la restauradora energía de la curación,  movilizando el flujo de energía vital que conducirá hacia una nueva fase evolutiva del ser. Su esencia floral promueve la reconstrucción, regeneración y purificación, ayudando a renacer a la persona, permitiendo que una nueva energía ingrese en ella expulsando la vieja y creando un nuevo campo energético a su alrededor.
Si se utiliza durante un período prolongado se transforma en un poderoso remedio catalizador de transformación, al permitir soltar viejos hábitos que son innecesarios y que frenan la evolución personal.
A nivel físico la vibración de Fireweed mejora la circulación (la circulación sanguínea es el simbolismo de la alegría por la vida) y relaja la musculatura del pecho y la parte superior de la espalda, Chakra corazón y meridiano corazón (las pesadas cargas que no nos dejan respirar ni avanzar). Ayuda a regenerar zonas quemadas (conjuntamente uso oral y tópico) y en personas con cáncer sometidas a radiación o quimioterapia que presentan algunas zonas del cuerpo quemadas debido a esta exposición. Muy eficaz en fórmulas de crecepelo en casos de alopecia.
Después del fallecimiento de una persona utilizar en forma de vaporización en todo el espacio para que la energía del difunto pueda desprenderse y elevarse sin quedar retenida en el lugar.
La Naturaleza puso la vibración de Fireweed a nuestro alcance para aportarnos el impulso y la fuerza necesaria para derribar la barreras que no nos permiten avanzar, que nos atrapan y nos ahogan después de haber pasado por situaciones, tan traumáticas y devastadoras, que aniquilan el impulso de nuestras alas para erguirnos de entre nuestras propias cenizas, y alzando el vuelo, reconstruir de nuevo nuestra vida. Su vibración nos dará el empuje necesario para liberar de nuestro corazón las experiencias emocionales dolorosas que nos incapacitan para sentir de nuevo, disolviendo la frialdad que se ha apoderado de él tras esas experiencias, ayudándonos a que reencontremos de nuevo la abundancia del amor que subsiste a nuestro alrededor a pesar de las situaciones que nos han tocado vivir. Al aferrarnos a esa verdad esperanzadora podremos encontrar la posibilidad de rehacernos, transformándonos en el nuevo ser renacido de nuestras propias limitaciones.



    

viernes, 7 de octubre de 2011

El derecho de los toros a tener una vida en paz

Balada de sangre y muerte

Dedicado a todos aquellos "taurinos" que siguen creyendo que la "fiesta nacional" es algo cultural, cuando la cultura es un acto de amor que legamos a los que nos preceden, y dentro del amor no hay cabida para la barbarie ni la crueldad. Extraído del libro "El amado fantasma", de Isabel Pisano, "Balada de sangre y muerte"...
Me dije en el sueño: Venga ya, esto no es una pesadilla, sino un delirio. Vi en esa alucinación nocturna circos romanos, donde hombres afeminados, vestidos con trajes de raso con lentejuelas y zapatillas de ballet, con el pelo largo como las doncellas, recogido en una coleta, armados de espadas, picas y demás instrumentos medievales de tortura desangraban a un bellísimo toro hasta la muerte, mientras el público salvaje de subpersonas gritaba: "olé, olé" y "eso" estaba bien, y los gobiernos lo apoyaban con dinero y también lo hacia la prensa, así como los personajes de la vida social y artística.
Lo más duro de asimilar era lo equivocado, lo aberrante, se había convertido en intocable por el dinero que movía una organización delictiva a la que en sueños yo bautizaba con el término "Tauromafia". Pensé en la indefensión del sueño, que el nombre era justo y que había de registrarlo, no fuese que alguien se lo adjudicase como propio.
Todo lo que rodeaba era una locura criminal y colectiva, sabía que se trataba de una pesadilla, que nada de eso era cierto y que podía despertar, pero no, seguía clavada en la realidad obscena, en esa enajenación asesina sin poder escapar.
...Vengo de los espacios abiertos, de recorrer la húmeda hierba en los atardeceres melancólicos. Hace tiempo que me han arrancado de las ubres tiernas de mi madre, y de nada sirvieron mis gritos en la noche, ni mis quejidos llamándola. Sobreviví recordando los paseos por las orillas del arroyo. Ella se detenía y se paraba allí, rumiante y espantando las moscas con la cola. La manada fue mi consuelo, pastar en compañía y golpear con los cuernos el tronco de árboles añosos, asustando a los pájaros impresionados con mi fuerza.
Ahora estoy en una caja en donde es de noche, pero cuando me introdujeron aquí el sol estaba alto, no puedo moverme, tengo sed y hambre. ¿Adonde me llevan? Madre me decía: "Huye siempre del hombre, pequeño, es el único carnicero de la naturaleza, no vive en armonía, no respeta las leyes de la tierra u mata por placer...cuídate de él, y si puedes, compadécele". Ahora me bajan y puedo ver la luz del día porque han abierto la tapa que me cubre, me han puesto debajo de una máquina. Ella levanta muy alto una bolsa de arena, una y otra vez la bolsa cae sobre mis riñones, siento desprenderse algo dentro de mí, ya no puedo levantarme, estoy destrozado por dentro. Han abierto dos trampillas, han atado mis cuernos, inmovilizándome. Con una sierra eléctrica han empezado a cercenar mis cuernos, el símbolo de mi poderío, por ellos entra el aire y con él un dolor cegador. Golpeo la cabeza contra las tablas que me tienen prisionero, pero es inútil, el dolor sigue allí como si tuviera una aguja clavada en el cerebro. Me han dado de beber algo que no es agua, he bebido cubos aunque tenía un sabor aceitoso. Mis intestinos han enloquecido. llevo mucho tiempo aquí encerrado, acostado sobre mis excrementos líquidos. Echo de menos el olor de mis hermanos y de la tierra que arañaba con fruición. Siento escalofríos en todo el cuerpo y estoy muy débil...¿Dónde está mi fuerza que hacía temblar los árboles antiguos? Otra vez me trasladan en la caja, y me obligan a salir, me pinchan con lanzas, todo me da vueltas, ya no soy nada. Salgo a través de un pasillo y desemboco aquí. Arena. Ya me siento mejor. Pero la luz me ciega. Algo huele en el aire... huele a hombre y a sangre.
ahora los veo, son miles y es a mí a quien miran. Tengo miedo. una música como de latas, ensordecedora, y ellos que se me acercan ¿Qué traen en sus manos? ?Qué es eso con la punta de metal brillante? El hombre vestido de bailarina me clava y escapa. Aguja, puñal, cuchillo o espada...¿Por qué me clavan? Mis ojos se nublan, se enrojecen de rabia ante la injusticia. Ahí viene otro, bailan a mi alrededor como doncellas a la orilla del río. ¡Quiero quitarme esto! y cuanto más lo intento y lo sacudo, más se entierra en mi carne. Otro viene a caballo, ¿también tú contra mí? Peo quien te guía y te expone a mi furia es el asesino, no tú. Me está clavando otra vez, pero mucho más hondo, no puedo respirar, me estoy ahogando en mi propia sangre, me asfixio... Mis intestinos se aflojan y voy dejando la huella de mi pánico. La sangre escapa de mi en surtidores, la mierda marca el trayecto de mi martirio, las moscas se detiernen en mis heridas, el hombre corea y aplaude la tortura, un sonido metálico me ensordece y llama a festejo.
¿Dónde está el ruido de la lluvia golpeando el techo del establo? ¿El balar de las ovejas, sus cencerros? ¿La algarabía de los perros? ¿Dónde las zarzas y las altas hierbas que golpeaban, acariciando mis pezuñas? Yo, el más fuerte, el invencible, estoy aquí, de rodillas ¡Qué vergüenza, qué desnudo me siento! Ser que me creaste, ayúdame, no me dejes caído en la ignominia ¿Me has dado esta fuerza y este empuje para ésto? ¿No te enorgullecía acaso mi arrogancia, mi galope desafiando al viento en su carrera, mis patas arrancando el polvo, el color marrón brillante de mi pelo? Yo sentía ¡ay, iluso de mí! que mi fuerza era del mundo, y ella la afirmación de Tu grandeza. Ahora, lo sé, voy a morir.
¿Y se han reunido todos aquí pra ésto? ¿Para verme desangrar mientras aplauden mi tortura? ¡Qué dolor siento! Mis rodillas se doblan otra vez. Quiero huir, protegerme contra aquellas maderas ¿ Dejadme salir! Solo soy un animal herido, no me acoséis como al ciervo en la pradera, no me degolléis como al cordero, no acalléis mi grito como silenciáis las voces de los pájaros y de la perdiz. No me desnuquéis como al conejo. No devoréis mi carne como la del cerdo, el buey y todo lo que encontráis a vuestro paso. 
Veo todo rojo, ¿se está poniendo el sol...? ¿Qué es eso que ponen delante, será que no quieren matarme y solo desean jugar? ¿Por qué brilla tanto el ropaje del hombre? ¡Contra él! Pero la vista de eso me hipnotiza. No puedo más... ¿Qué largo es el dolor! ¿Por qué esta jauría humana vocea mi agonía? Por piedad, dejadme morir en silencio. 
Otra vez el hierro refulgente al sol, contra mí, dirigido a mi cuello. ¿Por qué? ¿Por qué me matan? Hunde el hierro hasta el puño, aún estoy en pie... ¿Que es esta marea líquida y tibia que sube por mi boca, buscando una salida? Alguien me corta las orejas y la cola... A mi alrededor giran palomas rojas...¿Son palomas o cuervos? El silencio. Profundo. Es de noche y escucho el cantar del grillo en la pradera ¡Qué dulce y cómo llena el olor del pasto húmedo de rocío! A lo lejos está ella, mi madre...Ya no siento dolor, ni sed, ni tengo miedo.
¿Que le había hecho yo al hombre?... ¿Que hice mal?... NO puedo recordar...Olvido...Olvido... ¿Soy libre otra vez! Empiezo a correr más rápido, más rápido que el viento y que la estrella que cae, se diría... ¡Sí! ¡Se diría que puedo volar! Saltan chispas de fuego a mi lado, en forma de cometas, quiero una.
Mi cabeza está quieta en la arena tibia que acaba de acogerme, el hombre vestido de bailarina está de pie, a mi lado. Todos gritan, arrojan flores las mujeres y los hombres sus sombreros, aplauden, son felices. La "fiestas" ha terminado. ¿Por qué esas mulas me llevan arrastrando en medio de la algarabía infernal? ¡No estoy muerto! ¡No estoy muerto! Mi sangre, casi toda la que tenía, quedó en la arena, y ¿no hay nadie que me llore...? ¿No hay nadie...? Sí, alguien llora, el testigo. Ese, que está soñando y prestando voz a mi martirio. Desde aquí veo la plaza, la multitud, la ciudad entera. No sé o no puedo diferenciarme del testigo que me ha prestado su voz. Gracias por estar aquí. Gracias por tus lágrimas. Gracias por tu dolor

Los aventureros son los que ...

Los aventureros son los que sueñan la aventura de Dios


Y yo añadiría algo más a esta reflexión... "y los que después se atreven a vivir esos sueños". La vida es la gran aventura que todos hemos venido a experimentar, y sin embargo no nos damos cuenta. Vivimos pensando que nuestra vida carece de color, de intensidad, que es anodina, simple... Nos fijamos en los demás y sabemos apreciar el gran contenido de su aventura, y nos preguntamos "¿Y yo qué? ¿Lo que yo hago, para qué sirve, dónde está mi contribución a este mundo? Vemos en los demás los grandes retos a los que se enfrentan, las grandes obras que realizan, los problemas acuciantes que son capaces de resolver, y volvemos la mirada hacia nosotros y volvemos a preguntarnos ¿Y yo, para qué estoy aquí? ¿Cuál es mi aventura? y la respuesta solo es una ¡¡¡Tú mayor aventura es VIVIR!!!
Saber vivir no es menudencia, es algo grandioso. Es aceptar la aventura del minuto a minuto, de aprender a respetarnos y a valorarnos, de saber dar lo mejor de nosotros... a nosotros mismos, porque solo así podremos dar lo mejor de nosotros a los demás.
Cuando alcanzamos un cierto nivel de espiritualidad o de compromiso con nuestro entorno es cuando más acuciantes se hacen todas esas preguntas, tenemos la falsa creencia de que si no estamos haciendo un servicio a los demás, compartiendo un conocimiento, un don, no estamos haciendo nada positivo, que el tiempo pasa y no encontramos nuestro camino, nuestro don que ofrecer a los demás. No nos damos cuenta que una sonrisa, una palabra amable, puede tener la misma fuerza o más que una vida volcada en el servicio a los demás. No sabemos reconocer que esa sonrisa o esa palabra amable, dada desde nuestro interior, desde nuestra espontaneidad, puede llegar a cambiar la vida de alguien, y si más no, hacer que ese alguien pueda cambiar su estado de ánimo y contagiar con él a muchas personas más como en una cadena invisible de positividad.
Todos y cada uno de nosotros, en nuestro trabajo diario, sea cual sea el trabajo que realicemos, desde barrer una calle a dirigir una empresa, podemos dejar nuestra huella a pesar de las contrariedades, a pesar de no ser el trabajo de nuestra vida, a pesar de las personas o de las situaciones que nos lo pongan difícil, porque podemos tener una mirada de aliento para aquel que lo necesite en un momento dado, una sonrisa para la persona que estamos atendiendo aunque sea por teléfono, una palabra amable para el que busca una respuesta o una indicación.
Todos llevamos con nosotros problemas por resolver, preocupaciones que nos atrapan, que nos hacen desconectarnos de los demás, y que en ocasiones, nos hacen ver el día a día como un caminar arrastrando los pies, pero también llevamos con nosotros el milagro de sonreír, y digo bien "milagro" porque ese gesto tan simple puede cambiar la energía del momento. Dar esperanza, consuelo, ánimo, apoyo, solidaridad, complicidad... Con ese simple gesto podemos estar cambiando el rumbo de una situación, de un estado de ánimo, de una respuesta que puede alterar a positivo la decisión de alguien o de nosotros mismos.
Todos tenemos en nuestras manos dones que ofrecer al mundo, no hace falta que sean aparatosos o visibles, importantes y grandiosos, espectaculares y vistosos, en ocasiones los que pasan inadvertidos, los simples, los sencillos, aquellos que ni tan siquiera sabemos reconocer como tales, son los que pueden mover el mundo.Tú, yo, todos nosotros, aventureros que nos atrevimos a soñar la aventura de Dios cuando aceptamos venir a este mundo, debemos despertarnos de ese sueño y, dando un paso más, atrevernos a vivirlo, porque solo así podremos dar respuesta a nuestras preguntas de quién soy y de qué hago aquí: "Yo Soy lo que Yo Soy, y estoy aquí y ahora para aprender a vivir la vida, día a día, minuto a minuto, conmigo mismo, con todos y todo lo que me rodea, desde la comprensión y el amor, y con la certeza de que estoy en el lugar y la situación apropiada para mi evolución".

jueves, 6 de octubre de 2011

Pink Monkeyflower

Pink Monkeyflower (Mímulo Rosa)


Pink Monkeyflower (Mímulus Rosa)
Esta esencia floral es un remedio para el corazón, nos enseña a manejarnos con el coraje de arriesgarnos a permanecer abiertos a pesar de sentirnos vulnerables en nuestras relaciones humanas, y así poder experimentar el amor y el afecto que pude nacer de esta relación con los demás.
La flor rosada y de centro amarillo, nos recuerda a una boca con la lengua hacia fuera dando la sensación de burla o descaro mostrado al exterior. El rosa tiene que ver con la evolución, con el amor, con las relaciones, nos habla de la apertura hacia los demás, de la calidez hacia el otro, mientras que el amarillo nos remite a la estructura mental, a nuestras creencias frente al exterior. Al tener la planta afinidad con el agua nos comunica que trabaja sobre el patrón emocional de la persona, sobre sus miedos emocionales.
A veces no nos mostramos tal y como somos por temor a la exposición ante los demás, a no ser comprendidos, a ser censurados, rechazados, y escondemos nuestro verdadero ser, no nos mostramos tal y como somos, tan solo una pequeña parte, y en la mayoría de ocasiones, esa parte está distorsionada, porque de esa manera nos sentimos menos vulnerables. Pero esta desarmonía emocional tiene sus consecuencias, deseamos ser amados, pero al sentirnos inseguros y temerosos de vincularnos afectivamente en profundidad, ponemos barreras ante las relaciones que podrían compartir con nosotros ese tan ansiado amor, y nos mantenemos en los márgenes, sin abrirnos, sin permitir que los demás sepan realmente quienes somos, y sin permitirnos conocer al otro por miedo a la intimidad que podría revelarle quienes somos en realidad. 
También puede ocurrir que en nuestro interior guardemos algún secreto doloroso del pasado que mantenemos oculto por vergüenza, culpa o desvalorización, y tememos ser descubiertos si nuestras relaciones no se mantienen en la superficie, entonces nuestras defensas impiden que podamos profundizar en ninguna relación y nos mostramos extrovertidos y volcados en nuestro mundo interior, y hasta es posible que en ocasiones nos escondemos por el temor a ser observados o tocados y que nuestro secreto pueda salir a la luz.
Esta esencia también es efectiva para el pudor que va más allá de la vergüenza y que tiene un trasfondo sexual. La sexualidad se vive de forma vergonzante, y cuando surge este tema hay sonrojo y malestar, necesidad de esconderse o de huir. Personas inseguras que se sienten incomodas ante la exposición a los demás y que se ruborizan mucho cuando son el centro de atención, al querer ocultar esta parte de sí mismas es como si la cara lo mostrara al mundo entero, contra más luchan por no ponerse rojas, más rojas se ponen, cuanto más las miran más se sonrojan. Personas que tienen miedo a desnudarse ante otros, pero por pudor, les cuesta mucho mostrar su desnudez por vergüenza a que los demás vean su cuerpo. Situaciones sociales que se viven como vergonzantes (embarazos no deseados, ilegitimidad...) Secretos familiares que se quieren mantener ocultos y que en situaciones proclives a ser descubiertos avergüenzan a la persona. Miedo de lo que yo sé y que los demás no saben, miedo al secreto que tengo y que temo que se descubra. Miedo a la exposición y al juicio de los demás por sentir que físicamente no se cumplen los cánones establecidos.
La esencia de Pink Monkeyflower aportará apertura hacia los demás, a poder mostrarnos más allá de la situación que estamos viviendo o que hemos vivido, a poder abrir nuestro corazón y relacionarnos sin temor ni vergüenza, a mostrarnos tal y como somos, dándonos la oportunidad de que los demás nos conozcan y de que nosotros podamos conocerlos a ellos. De asumir un mayor compromiso emocional en nuestras relaciones y de un contacto humano con menos vulnerabilidad y represión mental.
La Naturaleza puso a nuestra disposición en los campos la vibración de Pink Monkeyflower para que podamos sobreponernos a nuestros sentimientos de vergüenza, de culpa, de no valer lo suficiente, de ser rechazados, y librarnos de la necesidad de esconder nuestro yo esencial a los demás enmascarando nuestros propios sentimientos por miedo a la exposición y a la vulnerabilidad, de que podamos relacionarnos con nuestros semejantes desde la apertura y la honestidad, aportándonos el coraje necesario para asumir riesgos emocionales y experimentar en plenitud la sensación de amar y de ser amado tal y como somos cada uno de nosotros, con nuestras virtudes y nuestros defectos, porque solo así podremos avanzar por este camino que es la vida y crecer a cada paso que damos.  
   

miércoles, 5 de octubre de 2011

Saber morir, saber vivir

La muerte ¿qué es la muerte? Para la mayoría de nosotros es una autentica desconocida que nos atemoriza y nos repele. La sola mención de la palabra hace que nos giremos y nos vayamos, o que simplemente, cambiemos de conversación diciendo: "Vamos a hablar de cosas más agradables". ¿Qué representa realmente esta palabra para nosotros? Muchas cosas, y casi ninguna de ellas se ajusta a la verdad: miedo, rabia, dolor, fracaso, impotencia, pérdida, tristeza, terror, vergüenza, final... y una larga lista. Pero la realidad ciertamente es otra.
A pesar que desde pequeños nuestra sociedad nos ha inculcado que la muerte es algo que hay que tapar y apartar de uno, como si solo les sucediera a los "otros", y que nosotros no tendremos que pasar por ello, la verdad es otra muy distinta. Y en el fondo todos lo sabemos. Todos morimos, nadie escapa a ella. Si esto es fácilmente comprensible para todo el mundo ¿por qué huimos? Tal vez sea por el gran desconocimiento que tenemos de ella, a lo que, sin duda, hemos de añadir ese halo de miedo y misterio con que intentamos ocultarla.
Creemos que la muerte es un fracaso. Fracasamos porque al final nos morimos, a pesar de lo que hemos sido, hecho o sentido. Da igual si hemos sido "buenos o malos", si tenemos muchos estudios o somos analfabetos, ricos o pobres. Nada de eso importa, todos fracasamos en nuestro intento de no morir. Es algo que se escapa a nuestro control, que no podemos dominar ni predecir. Mientras que no cambiemos estas estructuras mentales en lo concerniente a la muerte, no seremos capacees de verla como realmente es: la puerta de salida del gran escenario de la vida.
Asumimos con alegría el nacimiento de un ser en este plano de existencia. Lo celebramos con ilusión y esperanza, y sin embargo, no deja de ser la puerta de entrada de ese teatro. Si tan solo comprendiéramos que para entrar en cualquier parte, primero hemos tenido que salir de otro lugar, tal vez lo entenderíamos de otra manera. Cuando nacemos a esta vida, anteriormente hemos tenido que "morir" de cierta forma de otra vida, que a bien seguro, era mucho más apacible y serena que ésta. El nacer es un morir, es un tránsito, una transformación. Debemos incorporar nuestro ser ilimitado en un cuerpecito limitado para poder experimentar. Es nuestra forma de evolución sobre la tierra.
Venimos para experimentar muchas cosas que necesitamos para nuestro crecimiento, y una vez hemos completado ese ciclo, marchamos para poder integrar en nosotros ese conocimiento, para descansar y reponernos, hasta nuestra siguiente experimentación. Por lo tanto, desde el mismo instante de nacer llevamos implícito nuestro momento de morir. Todo forma parte de lo mismo. Nacer y morir es una misma cosa, las dos partes de un proceso: VIVIR. No se puede vivir sin nacer, y no se puede nacer sin morir. Es un ciclo que se repite inexorablemente.
Desde pequeños se nos da la posibilidad de comprender el milagro de la vida. Lo estudiamos en la escuela, lo leemos en los libros, nos lo explica la familia. Vamos a ver a los recién nacidos, les llevamos regalos. Felicitamos y celebramos. Sin embargo, nadie nos prepara para el maravilloso milagro de la muerte. Tal vez creamos que la muerte es un final y ya está, que todo se acabó para siempre. ¿Qué sentido tiene nacer, vivir y morir, si eso es todo? que tristeza y dolor comporta el tener ese concepto. Cuando uno muere lo meten en una caja de madera o lo incineran y ya está. No significa nada la persona que fue, que amó, sufrió, se entregó, trabajó, creció, disfrutó, lloró, se esforzó... nada de eso representa absolutamente nada ante la muerte, la gran aniquiladora, que como una trituradora engulle el ser que fuimos, y todo se acabó.
Pero aún así somos capaces de entender que la trituradora trasforma la materia, que la materia no se destruye, tan sólo pasa a otro estado de forma ¿Por qué nosotros no? Por qué nos esfumamos sin más, desaparecemos totalmente? La Naturaleza se recicla a sí misma. Las hojas de los árboles caen, se pudre y forman abono en la tierra que volverá en forma de alimento a ese mismo árbol, y que generará de nuevo más hojas. Es un ciclo de vida y muerte. Los animales forman parte de la cadena alimenticia, van pasando de un estado a otro, de una forma a otra. Nada se pierde en el mundo animal, ni en el mundo vegetal, ¿qué pasa con nosotros, somos diferentes?.
El problema radica en que creemos que tan sólo somos un cuerpo: órganos, músculos, fluidos, huesos... y nada más. ¿Nos hemos preguntado seriamente qué motor, qué energía, qué fuente mueve todo eso? Cuando asumimos que no somos tan sólo un cuerpo, sino que somos "algo más", nuestro concepto de la muerte comienza a cambiar. La palabra muerte adquiere un nuevo significado: trasformación, tránsito, transmutación, evolución, experimentación, vuelta a casa, celebración, regreso, despedida, reencuentro... si somos capaces de desmitificar la muerte, somos capaces de vivir nuestra vida plenamente. Sin miedo, con amor y respeto, hacia nosotros y hacia todo lo que nos rodea.
Nuestra vida es algo maravilloso, es nuestra posibilidad de experimentar aquello que deseamos, De amar y de odiar, de reír y llorar. De un sinfín de emociones y sentimientos. Todo está dispuesto para nuestro aprendizaje. Entendiéndolo somos capaces de amar nuestro cuerpo y respetarlo, porque es el vehículo que nos conduce a lo largo de la vida, y entendemos, que al igual que debemos nacer para esta experimentación, llegado el momento, es maravilloso tener un medio que nos facilite la salida de ella, y poder integrar todo lo aprendido. Ese medio es la muerte.
Pero, también es cierto, que una vez adquirido este conocimiento, que ya hemos respirado aliviados, que hemos comprendido que el morir es tan sólo una trasformación que facilita el aprendizaje, nos asalta un nuevo temor: ¿Morir duele? Y tendremos que responder con otra pregunta ¿Nacer duele?.
De la misma forma que cuando nacemos hemos de atravesar en canal del parto ayudados por unas contracciones, al morir tenemos que atravesar el canal de nuestro propio cuerpo para poder nacer a la Luz. Hasta aquí la cosa queda clara, pero ¿por qué es doloroso el proceso de la muerte? Es cierto que hay quien muere apaciblemente en una cama, o de repente de un paro cardíaco, y hay quien sufre una larga agonía debido a una enfermedad. Recordemos que todo forma parte de la experimentación. Hemos muerto de mil y una formas a lo largo de nuestras vidas. A veces en paz, y a veces dolorosamente. Inconsciente o conscientemente. Lo maravilloso sería vivir conscientemente ese proceso, para poder adquirir la sabiduría que comporta, pero es cierto que cuando una enfermedad nos consume y nos golpea duramente, sufrimos dolor físico y emocional, y eso nos priva de poder vivir plenamente el tránsito.
El proceso de muerte no tiene por qué doler si somos capaces de entender que el dolor no es necesario, que se puede experimentar sin dolor. Primero hay que tener esto muy claro. El dolor, muchas veces, más que físicamente real, y que es real desde luego, porque existe, la mayoría de las veces viene provocado, y acentuado, porque nos lo han hecho creer así. El dolor "justifica y purifica". Desde pequeños hemos oído: "parirás con dolor", "te ganarás el pan con el sudor de tu frente". Creemos que para todo hay que sufrir, y la muerte con más razón. Nos sentimos culpables de "eso o aquello" y nos ponemos, inconscientemente, una salida para eso: el dolor.
El dolor, aunque sea real físicamente, tiene su anclaje en el miedo, la represión y la culpa. Si una enfermedad provoca dolor físico, hay mil y una maneras de eliminarlo. No, no se ha de sufrir. No hay razón para ello. No hay nada que lo justifique. Hoy en día hay una rama de la medicina que lo reconoce y lo trabaja, es la llamada "medicina del dolor". Hay fármacos químicos y naturales que lo atenúan o eliminan totalmente. ¿Qué necesidad hay de sufrir? Si se está en proceso de muerte ¿hay algo que pueda crear adicción? y si es así ¿qué más da? Si somos capaces de reconocer esto, no tenemos porque sufrir, y si no hay sufrimiento, nuestra capacidad podrá centrarse en la vivencia consciente de esta experiencia maravillosa que es la muerte.
Si eliminamos el dolor y el sufrimiento, después de entender qué es la muerte, lo que nos queda es la vivencia del proceso. Pero, para poder vivir la experiencia como debería ser tenemos que asumir todos, tanto el que se va como los que se quedan, así como los especialistas sanitarios, que el morir, al igual que el nacer, requiere dignidad y respeto. Morir en paz y con dignidad ha de ser la máxima para todos. Saber respetar cómo y de qué manera deseamos morir. Hemos decidido muchas cosas a lo largo de nuestra vida, se nos ha inculcado que era responsabilidad nuestra la forma en que habíamos de vivirla. Pero ¿por qué no aplicar esto también en la forma en cómo deseamos vivir nuestra muerte? ¿Con qué derecho hemos de decidir cómo y de qué manera han de morir los otros?                
Ocultamos, mentimos y tapamos información a la persona que está en proceso de muerte. Creemos que mintiendo salvaguardamos y protegemos a la persona. Pero, en realidad, a quien protegemos es a nosotros mismos. La persona morirá lo queramos o no, digamos la verdad o mintamos. ¿Qué es lo que le estamos ofreciendo en realidad, sino el pasar por esos momentos completamente sola sin poder compartir con nadie sus dudas, sus miedos, sus experiencias? Creemos que la persona que se está muriendo no es consciente de lo que le pasa, y lo creemos porque lo queremos creer. Pero no es cierto. Todos sabemos lo que ocurre en nuestro cuerpo. Podemos engañarnos a nosotros mismos durante un tiempo, pero a la larga o a la corta, lo sabemos con certeza. Y cuando llegamos a ese punto y nuestra familia, amigos y médicos nos intentan engañar, qué nos queda sino que seguir fingiendo que no sabemos nada, simplemente para protegerles a ellos. Condenamos al enfermo a vivir solo su experiencia, que de esta manera será mucho más dolorosa. Le hacemos pasar totalmente solo estos momentos que para él serán durísimos. No puede solucionar cosas pendientes con sus familiares, no puede despedirse, no puede hacer aquello que deseaba hacer... y al fin morirá tanto si lo sabe como si no. Esto es quitar el derecho a morir en paz.
También puede ocurrir que la muerte haya tenido un preámbulo de coma o estado degenerativo, y que esto obligue a estar ligado a una máquina para poder arañar unos cuanto días u horas a la vida, pero ¿eso es en realidad vivir? ¿queremos acabar realmente así nuestros días? Este planteamiento debemos hacerlo al principio de nuestra enfermedad, o tal vez antes, cuando estamos completamente sanos. Es una toma de postura que tendrá que ser comunicada a nuestros familiares, amigos y médicos. Tanto si se desea que se agoten mecánicamente todas las posibilidades, aunque eso represente estar ligado a una máquina, como si  no se quiere ese tipo de final. Explícales cuales son tus deseos y por qué, para que lo puedan entender, recuerda que los sentimientos y emociones pueden bloquear el razonamiento en situaciones de máxima tensión. Déjalo también por escrito e informa de donde lo tienes. Guárdalo en un lugar accesible, para que llegado el momento necesario, no haya ningún problema ni duda. Si es preciso búscate una persona de confianza que salvaguarde tu decisión, tal vez llegado el caso no estés en condiciones de poder hacerlo, y entonces será demasiado tarde y los demás tomarán la decisión por ti. Es un derecho nuestro decidir cómo queremos morir, y no que decidan los demás por nosotros. Es nuestro derecho escoger cómo queremos acabar nuestros días, al fin y al cabo, es tan solo a nosotros a quien afecta esta decisión.
En ocasiones también ocurre que nuestra enfermedad desemboca en un estado en el que no podemos controlar nuestras funciones corporales, y somos expuestos a la mirada compasiva del mundo, sobre todo cuando la enfermedad se lleva a cabo en el ámbito hospitalario. En la mayoría de casos perdemos totalmente la identidad y la dignidad. Somos un número de habitación, un diagnóstico, y poco más. El contacto humano se pierde en aras del trabajo laboral y la "eficacia". No se respeta en absoluto los deseos o intimidad del enfermo. Todo esto culmina al llegar el momento final de la muerte, donde tampoco se respeta el momento íntimo de la despedida de la familia. Ha llegado la hora de que todo esto cambie. Se impone una transformación real de mentalidad.
Es derecho de cada uno recibir información sobre su enfermedad, evolución y tratamiento a seguir. Es derecho de cada uno el ser respetado en su propia intimidad hasta el final, sea cual sea su estado. Es derecho de cada uno que se respete el momento sagrado del tránsito. Ya es hora de hacer prevalecer estos derechos, que son nuestros. Desde ahora mismo hemos de ser capaces de transformar la mentalidad de negación y anulación que se ha creado en torno a la muerte.
Una vez que hemos cambiado y asumido nuestro propio concepto sobre la muerte, estamos en disposición de poder ayudar y apoyar a otros que están en un proceso terminal. Todos morimos solos, ya que la muerte se experimenta a nivel individual. Pero no necesariamente hemos de pasar por este proceso solos. Es un regalo de amor acompañar y apoyar a un ser humano que está efectuando la transición  con nuestra presencia y ternura.
Todos estamos capacitados para esta función, porque en nuestro interior está la llama del conocimiento espiritual, que aunque no reconozcamos, llevamos grabado en nuestro espíritu. Tan solo hemos de afrontar nuestros propios miedos y dudas, y desear de todo corazón servir de ayuda a aquel que se está despidiendo. Si además de nuestra buena voluntad y amor, sabemos reconocer el proceso por el que está pasando el ser que abandona este plano, nuestra ayuda se verá enriquecida con la comprensión hacia el otro y con nuestro propio aprendizaje.
Somos seres que nos movemos por sentimientos. Todo lo que experimentamos lo vivimos a nivel emocional, y el proceso de muerte es el más claro ejemplo. Su vivencia comporta una serie, más o menos reconocida, de sentimientos y emociones profundas. Son momentos de manifestación emocional puros. El ser que se va, dependiendo de su evolución y comprensión del proceso, pasará por unas etapas bien definidas como son: la negación, la rabia, el pacto, la depresión, la resignación y la aceptación. El acompañante o persona de apoyo también está unida a estas manifestaciones, y contra más las comprenda, más podrá ser de utilidad para aquel que se va. Los sentimientos son para ser vividos, y no son ni buenos ni malos. El concepto que los define así es nuestro propio concepto. Todos los sentimientos son humanos, y en cuanto los vivamos, experimentemos e integremos, podremos extraer todo su valor enriquecedor y transformador.
Las emociones por fuertes que sean han de ser vividas en profundidad, si nos quedamos tan solo en la superficie de ellas, no podremos integrarlas y superarlas. Es bueno y saludable que la persona que está pasando por su propio proceso de muerte los viva y los transforme. Para facilitarle esta comprensión, la persona de apoyo que le acompaña ha de ser capaz de vivirla y experimentarlas con él, pero con el distanciamiento suficiente para no implicarse en el proceso de la persona que se va. Ha de tener muy claro que es el proceso del otro, aquí tan solo prima la empatía y el amor que le demostramos junto a nuestro propio aprendizaje, que es un regalo maravilloso que nos ofrece el moribundo. Hemos de reconocer que es la experiencia de muerte de la persona a la que estamos acompañando. Si hemos de llorar con él, lloramos. Si hemos de enfadarnos, nos enfadamos, pero todo esto para ayudarle a sacar todo lo que le aflige en su interior y poder trascenderlo.
Es de vital importancia que en todo este proceso respetemos al máximo las creencias religiosa y culturales de la persona a la que acompañamos. Hemos de tener muy claro que estamos acompañando y en ningún momento guiando. Porque no somos nadie para imponer nuestros principios ni creencias. Podemos aconsejar y canalizar, pero no dirigir.
Hemos de asumir que el acompañamiento puede llegar a ser muy duro y traumático en algunos momentos, porque nos acercará inexorablemente a nuestro propio proceso de muerte. Si nuestro propio concepto de muerte es de miedo, surgirán sin duda nuestros miedos. Si somos capaces de reconocer todo esto, la vivencia de la cual estamos siendo privilegiados, será una vivencia enriquecedora y maravillosa. Sobretodo hemos de ser totalmente sinceros con nosotros mismos y con el otro. Es una ofrenda de amor hacia ambos. Si tenemos miedos o dudas, no pasa nada con compartirlo con el enfermo. Tal vez nos sorprenda el giro que puede dar a nivel de relación humana, entre el que se va y el que se queda.
Una vez hemos conseguido la apertura y diálogo íntimo, con toda seguridad, aparecerá uno de los mayores temores que inquietan y aterrorizan: ¿Qué pasará conmigo cuando muera? Ahora no es el momento de los grandes discursos y enseñanzas metafísicas, se requiere tan solo trasmitir paz y esperanza. Si la persona está abierta y receptiva es posible que podamos trasmitirle la profundidad del paso que está a punto de dar. Explicarle que no estará solo en el proceso, que estaremos a su lado físicamente, y que espiritualmente estará rodeado de seres de luz que le ayudarán. Que se deje ir, que una gran paz le embargará, y que siga la Luz. Dile todo aquello que tu corazón te dicte. Pide ayuda a los seres de luz que no se apartan de vosotros, ellos te iluminarán y te guiarán en estos momentos. No temas, porque lo que digas desde el fondo de tu corazón, será justo y necesario lo que él necesita.
Lo que más se precisa en el momento del tránsito es el amor y la ternura. Acaricia, habla, mira, pero siempre desde el corazón. Si la persona ya ha entrado en la inconsciencia, no importa, sigue necesitándolo igualmente, continua hablando y acariciando, será una maravillosa despedida para ambos.
Una vez el proceso de muerte física a concluido, se inicia el verdadero proceso del tránsito. Tómate tu tiempo, al igual que la familia y amigos para poder despediros de él. Bajo ningún concepto aceptéis que el servicio hospitalario no os permita despediros como es debido. Lo necesitáis vosotros y el que acaba de fallecer.
El cuerpo etérico permanecerá cerca del cuerpo físico durante los tres días siguientes hasta que el proceso de disolución etérica no haya finalizado. En la medida de lo posible evitar los dramas, la desesperación y el llanto incontrolado. No pasa nada por llorar, cuando las lágrimas representan el desapego por el que se fue, es inevitable que la tristeza nos alcance, acabamos de decir adiós a alguien muy querido al que no volveremos a ver físicamente. Pero eso no quiere decir que nos desesperemos y rasguemos las vestiduras. Nosotros nos hemos despedido con un "hasta luego", porque tan solo ha regresado a casa, y sabemos que ha sido recibido por aquellos seres amorosos que lo esperaban, como ocurrió en el momento de su nacimiento en la existencia que acaba de dejar. Alegraos por él, compartir su felicidad. Sabed que él ya no está allí, su cuerpo es tan solo el ropaje que llevaba para la actuación de esta vida. Mantener un diálogo abierto con él, decidle que estaréis bien, que lo notaréis a faltar pero que ha de seguir su evolución, que ya os volveréis a encontrar. Crear en la medida de lo posible una atmósfera de armonía y paz. Necesita todo esto para poder hacer con normalidad la disolución definitiva.
El ser que amamos ya no está, y sabemos con certeza que está bien. Que su amor, sea cual sea la forma en que lo demostró en vida, ha crecido, y ya no está sujeto a las restricciones mentales y físicas del plano terrestre. Ahora nos ve y reconoce realmente como somos. Entiende nuestros sentimientos y nuestro apegos, por esa razón su esencia permanecerá cerca de nosotros durante un tiempo, porque sabe que lo necesitamos, pero solo por un tiempo, él tiene que continuar su camino fuera de nuestro entorno. Si no lo entendemos así puede ser que lo estemos reteniendo injustamente cerca de nuestra influencia. Por eso es tan importante poder efectuar conscientemente el proceso de duelo.
Duelo, igual que muerte, nos hace revivir sentimientos contradictorios en nuestro interior. Duelo evoca dolor, llanto, pena, soledad, abandono... Al igual que hemos de desmitificar la palabra "muerte", urge que hagamos lo mismo con la palabra "duelo". Duelo significa proceso de despedida física, pero no espiritual. Significa dejar partir, pero recordar con amor. Significa descubrir cuantas cosas hemos compartido juntos. Significa que si sentimos tristeza es porque antes hemos sentido amor. Significa darse cuenta de que somos seres completos aún estando solos. Significa, en una palabra, descubrir que se puede seguir viviendo completamente feliz y a la vez seguir recordando.
Cuando un ser querido muere, aunque sea tras una larga enfermedad, la muerte nos sorprende y nos deja anonadados. Si hemos podido vivir todo el proceso con comprensión y amor, y además, lo hemos podido compartir con el que se fue, el proceso de duelo será dulce y enriquecedor porque, al igual que nos brindamos el regalo de la despedida con consciencia, seremos capaces de brindarnos el regalo de una vida nueva y completa. Vivir y trascender el duelo significa renacer a una nueva vida. Hemos pasado por momentos duros. Hemos experimentado la soledad, que nos ha acercado a nosotros mismos, a nuestro interior. Hemos experimentado la pena, que nos ha demostrado cuánto amábamos al ser que se fue. Hemos experimentado el desconcierto, que nos ha demostrado que somos autosuficientes, que podemos hacer todo lo que hacíamos conjuntamente. Hemos experimentado la negación de lo ocurrido, que nos ha demostrado la afirmación en la vida. Ahora sabemos que por doloroso que sea el proceso, somos capaces de vivirlo intensamente y resurgir llenos de esperanza y ganas de vivir.
El duelo nos ha dado la oportunidad de acercarnos a nuestro interior, a lo que realmente queremos y deseamos de la vida que estamos viviendo. De experimentar plenamente, y no a medias, como tal vez habíamos hecho antes de que todo se precipitara y desmoronara. Hemos descubierto que es maravilloso poder decir adiós, seguir recordando con amor y vivir de nuevo. Es un gran regalo que nos brindamos, no tan solo a nosotros, sino que es la mejor ofrenda de amor que podemos hacer a aquel que se fue para continuar su viaje.
Pero también ocurre que hay personas, que a pesar de la oportunidad de oro que le ofrece la vida tras una despedida, no son capaces de comprenderlo y se quedan atrapadas, ahogándose en su duelo particular. Que es un duelo de pena, dolor, impotencia, desesperación, y a veces, de culpabilidad. Creen que no hicieron lo suficiente, que pudieron haber dicho esto o lo otro, que debieron hacer las cosas de diferente manera. Este dolor los atrapa como en una tela de araña y nos les deja respirar la vida. Es tan peligroso para ellos como para el que se fue, pues con este dolor, sin que lo sepan, está emitiendo vibraciones oscuras y densas que también atrapan a la esencia del ser querido que ha de seguir la Luz y su propia evolución.
Por eso es tan importante que vivamos, integremos y trascendamos el duelo. Que desmitifiquemos de una vez por todas lo que esta sociedad a inculcado: La persona que ha pasado por una pérdida ha de llorar y sufrir toda la vida. Esto hace que queramos ser víctimas para demostrar a los demás, y a nosotros mismos, cuánto hemos querido al que se fue, sin darnos cuenta de que esto no significa cuánto la amábamos entonces o cuánto la amamos en la actualidad. Nos estamos demostrando, simplemente, cuánto notamos a faltar lo que él nos daba. Llorar indefinidamente la muerte de alguien tan solo demuestra egoísmo y falta de madurez. El amor se demuestra soltando y dejando ir. El amor no es posesión, no es dominio, no es poder. El amor es desapego, es libertad, es respeto, es tolerancia. En una palabra, es vivir y dejar vivir, en la vida y en la muerte.
Si es necesario no te avergüences de pedir ayuda parea poder salir de una situación de estancamiento y dolor. Vivamos plenamente el proceso de duelo, lleguemos al fondo del pozo, pero por amor a nosotros mismos y al que se fue. Resurjamos de él vivos, completos y trasformados. Solo así habremos comprendido e integrado "La Muerte" como realmente es: un renacimiento, un comienzo, una evolución.
Te deseo lo mejor en tu vida y en tu muerte. Con mucho amor.


        


Echinacea

Echinacea (Equinacea)

Echinacea (Equinacea)
Esta esencia es imprescindible para tratar la manipulación del ego, la presencia de la persona y el estar erguido en la vida, restaurando la dignidad. Trabaja  la fragilidad interna, la marginación por falta de dignidad y el maltrato físico, mental y emocional, actuando sobre el campo etérico, el campo de la fuerza vital.
Personas que han sufrido mucho en la vida y que han soportado humillaciones, que han sido heridas, maltratadas o lastimadas a causa de su raza, sexo, religión, edad, opinión, tendencias sexuales, o que han sufrido violencia sexual o de cualquier otro tipo que degrada al ser humano, y que no han podido defenderse por no arriesgar su vida o sufrir mayores vejaciones. Estas personas acaban por disociarse de ellas mismas debido a la situación traumática se han visto obligadas a vivir. Pueden acabar asumiendo la creencia de que han perdido la dimensión de sus propios valores humanos y de que son merecedores de lo que les está tocando vivir. Estas vivencias traumáticas pueden desembocar en una autoestima tan baja, que inconscientemente, no toleran triunfar en nada de lo que se propongan hacer, y cuando se dan cuenta de que las cosas les pueden ir mejor, fracasan por sentir que no son merecedores de estar bien o de conseguir buenos resultados. Esa misma baja autoestima puede desembocar en la aceptación del comportamiento dañino o manipulador por parte de otras personas, consintiendo en que los demás hagan con ellas lo que quieran. En su interior tienen un gran sentimiento de culpabilidad, que genera la creencia de que son merecedoras de que los demás abusen de ellas y las maltraten. Creen que hay algo malo en su interior y que merecen el trato recibido.
La esencia floral de Echinacea ayudará a reconstruir la autoestima dañada, a salir de la alineación sufrida, permitiendo aceptar la propia individualidad, devolviendo la dignidad, aceptación, confianza y respeto por uno mismo. Al recolocar los propios cimientos desmoronados la persona se verá con fuerzas para superar las situaciones traumáticas que le ha tocado vivir y que le hicieron disociarse de si misma.
Mujeres maltratadas que se sienten culpables y merecedoras del maltrato asumirán el: "No permitas que nadie te haga lo que tú serías incapaz de hacer" o "Yo también pertenezco a la raza humana y soy hija de Dios, por lo que me merezco todo el respeto por parte de los demás".
Personas violadas aunque no se sientan culpables de la violación, les ayudará a restaurar el ego que ha quedado muy maltrecho.
Personas con sentimiento emocional de vejación por parte de otras personas en el ámbito laboral o escolar ("gordo", "cuatro ojos", "feo", "chivato"...) Sentimiento de vejación sexual dentro de la pareja por la creencia de que se les obliga a hacer algo que no quieren hacer y que les desagrada. Personas que no tienen un excesivo sentimiento de victimismo, sino más bien de falta de respeto por parte de los demás, generándoles falta de dignidad en ellas mismas. Ayudará a marcar los límites personales con respecto a los demás.
Cuadros de fragilidad emocional o personalidades fragmentadas con riesgo de despersonalización (psicópatas, esquizofrénicos, psicóticos). Trabajará sobre la baja autoestima y los traumas vividos que los han abocado al desequilibrio mental.
Ancianos que se sienten discriminados, discapacitados que no asumen su discapacidad, homosexuales que se sienten socialmente rechazados. Ayudará a restaurar la dignidad en ellos mismos y a poner límites ante el comportamiento de los demás.
A nivel físico Echinacea ayuda a potenciar el sistema inmunológico debido a la similitud de la invasión con la que el cuerpo se defiende: Situaciones parasitarias (físicas y emocionales), bajadas inmunitarias por enfermedades crónicas. Equilibra en caso de que la persona tenga el sistema inmunitario disparado y genere enfermedad (de trasfondo seguro que habrá una vivencia de abuso y vejación).
La Naturaleza puso en nuestros campos la fuerza restauradora de la Echinacea para ayudarnos a resurgir de las propias cenizas de nuestras vivencias traumáticas, a elevarnos sobre las injusticias y las vejaciones sufridas en nosotros mismos y reconstruirnos con unos nuevos cimientos, más fuertes y comprensivos, irguiéndonos con la sabiduría del "YO SOY LO QUE YO SOY" por el simple hecho de haber nacido y de ser merecedores de estar en el aquí y el ahora como parte integrante del Universo que nos ampara y nos da cobijo.


  

viernes, 10 de junio de 2011

En una gota de mar...

En una gota de mar está contenida toda la sabiduría del océano

Todavía no nos hemos hecho conscientes de que el Universo entero está formado por energía y que nosotros, humanos de carne y hueso, formamos parte de esa misma energía.
El microcosmo de nuestro cuerpo está integrado dentro del macrocosmo del Universo. No hay separación real, ésta es solo una fantasía de nuestra mente. La fantasía de la separación es necesaria para que podamos vivir nuestras experiencias a nivel individual, necesitamos las fronteras de la piel para poder vivir en carne propia las emociones y los sentimientos que surgen de nuestras circunstancias, pero nos hemos creído tanto nuestra individualidad que hemos perdido el sentido de la unidad.
Nada ocurre en el Universo sin que nosotros podamos permanecer ajenos a ello, al igual que nada ocurre en el dedo gordo de nuestro pie izquierdo sin que no encuentre resonancia en el resto de nuestro cuerpo. Por lo tanto, lo queramos o no, todos y todo lo que forma nuestro planeta somos nosotros mismos. Lo que afecta al último habitante de la Tierra, nos afecta también a nosotros, aunque no seamos conscientes de ello. La desforestación de los bosque es nuestra propia desforestación. La contaminación de los mares y los ríos, la del aíre y la de la tierra, es nuestra propia contaminación. Los actos de violencia, las guerras, las masacres, la opresión, eso también nos pertenece a cada uno de nosotros. Pero el amor, la solidaridad, la compasión, la asertividad, el respeto a la vida, por la vida y con la vida, también forma parte de nosotros.
Nada se mueve, se genera, ni se piensa en el Universo sin que tenga repercusión en todos y cada uno de nosotros. Por lo tanto, cuando a nivel individual nos hacemos más conscientes de todo esto, es cuando nuestra luz interior puede brillar con más fuerza, e iluminar las partes de nosotros que permanecen en la oscuridad. Si yo soy tú, y tú eres yo, lo que tu hagas o pienses, bueno o malo, también es responsabilidad mía, porque yo también soy el ejecutor o el benefactor de ese acto o pensamiento.
Benditos sean, los que alcanzando esa profunda comprensión, pueden liberar y transmutar los memorias erróneos que se manifiestan a cada paso que damos los demás a nivel individual y colectivo. De la misma forma que los hermanos mayores asumen la responsabilidad de dar la mano a los más pequeños para cruzar el camino, la parte de la humanidad que ya ha despertado al conocimiento de la unidad ha de dar la mano al resto que permanece aún en el sueño de la separación y asumir la responsabilidad de ayudar para subir el escalón de la evolución que todos tenemos ante nosotros, y al asumirla, liberar con el perdón y el amor las memoria erróneas que hemos creado cada uno de nosotros en colectividad.
"Mis amadas memorias, estoy feliz de poder liberaros a vosotras y a mi. Reconozco aquello que hay en mi que ha creado la desarmonía de nuestro planeta, y por que lo amo, le pido perdón, y le doy las gracias por ello. Lo siento mucho, perdóname, te amo, gracias. Y por que te amo, asumo el cien por cien de esa desarmonía y la transmuto con la llama violeta en conocimiento y sabiduría. Lo siento mucho, perdón, te amo, gracias. Porque la semilla del Karma no puede germinar cuando quema con la llama de la Sabiduría Divina, yo te perdono, tú me perdonas, yo te amo, tú me amas, porque tú y yo solo somos solo uno ante la presencia de Dios. Lo siento mucho, perdóname, te amo, gracias. Le pido perdón a mi Ser Superior, y que el mismo elimine mis memorias erróneas presentes y kármicas. Lo siento mucho, perdóname, te amo, gracias".

jueves, 9 de junio de 2011

Baby Blue Eyes

Baby Blue Eyes (Niño de Ojos Azules)

Baby Blue Eyes (Niño de Ojos Azules)
Esta esencia trabaja sobre el sentimiento de herida paterna. Libera, aquieta, hace que uno se eleve espiritualmente, aportando paz interior. Sus pequeñas flores azules pacifican con solo mirarlas, son como pedacitos de cielo caídos sobre la Tierra.
Trabaja el patrón de padre, pero como herida paterna, no como idea paterna. La parte inconsciente de este patrón proporcionando limpieza interna de sufrimiento. 
Cuando la figura del padre ha estado ausente a causa de violencia, malos tratos, alcoholismo o violaciones, hace que sintamos el mundo o el entorno como un lugar poco seguro, y nos volvemos desconfiados para poder defendernos de supuestos malos tratos. Hay una total desconfianza en el mundo debido a ese rechazo y abandono del padre en la infancia que nos hace estar siempre a la defensiva: "Si un padre, que es el que se supone tiene que querernos y protegernos no lo hace, qué no van a hacerme los demás". Como consecuencia podemos, a su vez, volvernos agresivos, hostiles y cínicos, o acorazarnos como defensa cuando nos sentimos agredidos. Podemos mostrarnos como seres insensibles, cuando en realidad nos estamos aislando emocionalmente, volviéndonos totalmente antisociales, restringiendo el contacto con los demás y demostrando problemas con la autoridad.
El creernos personas cínicas que estamos de vuelta de todo, hace que nos saltemos las reglas establecidas y que tal vez revivamos inconscientemente los maltratos recibidos maltratando a otros, esto es un cinismo del alma en cuya base subyace mucho daño y abuso de poder por parte de la figura paterna. En ocasiones no hace falta un padre maltratador si vivimos su ausencia como abandono: fallecimiento cuando éramos niños, falta de reconocimiento como hijo suyo, abandono de la casa familiar, humillaciones por el padre o figura paterna, maltrato psicológico... también podemos acusar los mismos desordenes emocionales que cuando ha habido un maltrato físico real.
Mujeres maltratadas en la niñez que hace que se vinculen con hombres que las maltratan, física o psicológicamente, porque es la única forma que reconocen como vínculo paterno, y la reviven en su relación de pareja o en el ámbito laboral en la figura de sus jefes. Feministas que solo quieren machacar todo lo que tiene que ver con los hombres porque tienen un conflicto interno con la figura masculina. Lesbianas cuando lo son por conflictos con la figura masculina y buscan refugio y amor en la figura femenina.
Esta esencia floral ayuda a abrirse para comprender la figura paterna y dulcificar su recuerdo, no es una flor catártica, es una esencia dulce que aflora sentimientos para comprender y liberar de la necesidad de seguir patrones establecidos con la figura paterna durante la infancia. Devuelve la confianza infantil que nos permite interactuar con nuestros semejantes sin el lastre del acorazamiento protector ante los malos tratos provenientes del exterior. Aporta seguridad para no tener la necesidad de estar a la defensiva, a desconfiar de todos y de todo, y que ha podido provocar alejamiento del mundo espiritual por la falta de apoyo de la figura del padre durante la infancia o la adolescencia. 
La Naturaleza puso en nuestros campos la dulzura azul de Baby Blue Eyes para proporcionarnos la paz interior necesaria que nos ayude a reencontrarnos con la figura paterna interior que todos guardamos en nuestra alma, y superar las desconfianzas y falta de apoyo emocional que su ausencia ha podido provocarnos, rompiendo las cadenas que nos atan a conductas destructivas hacia nosotros mismos y hacia los demás al perpetuar pautas distorsionadas durante la infancia. Al recuperar la inocencia y la confianza infantil que nuestro niño interior perdió un buen día sentiremos que el mundo es nuestra casa, nos reencontraremos con nosotros mismos, sintiéndonos apoyados y amados, conectados de nuevo con el mundo espiritual que nos ama y nos sustenta.

Columbine

Columbine (Colombina)
Columbine (Colombina)
Esta esencia imparte fortaleza y vitalidad positiva a las almas, que por debilidad, no han desarrollado su capacidad. Ayuda a desarrollar un don o una capacidad latente que no está expresada por desconocimiento. 
Suele suceder con frecuencia que no nos gusta nuestro aspecto o nuestra forma de ser, porque nos vemos como no satisfaciendo los patrones artificiales de belleza o comportamiento instituidos por la sociedad a la cual pertenecemos. Columbine nos ayudará a recordar que debemos ser singulares, ser únicamente nosotros mismos y apreciar esa singularidad sin preocuparnos si concuerda o no con las normas y cánones establecidos. Así como el néctar de su flor está escondido en sus extremidades hinchadas, cada uno de nosotros debe descubrir la dulzura escondida dentro de sí mismo. 
Cuando no tenemos fortalecido el propio sentido del YO, no permitimos que éste irradie en nuestro entorno. Necesitamos mostrar nuestra propia belleza y emitir la poderosa luz que encerramos en nuestro interior para que todos la vean, sin avergonzarnos por ser como somos, sin inhibiciones o inseguridades, y sin pensar que los demás valen más y son mejores. Cuando permanecemos en ese estado de no reconocimiento nos es imposible tomar decisiones y preferimos asistir a las concreciones de las aspiraciones de los otros, pensando que los demás saben más y que sus decisiones son más acertadas.
Estas situaciones pueden ser de ámbito muy localizado, osea, manifestarse en situaciones concretas en las que necesitamos valorizarnos en grupos extraños, como cuando vamos a comenzar un nuevo trabajo, frente a un compromiso social con gente que no conocemos o un niño en su primer día de clase. Si nos sentimos cohibidos dentro de un entorno que vivimos como hostil no podremos expresar nuestras propias capacidades.
Esta esencia nos ayudará a poner los límites adecuados dentro y fuera, a no sentirnos extraños, alineados o diferentes, y en caso de serlo, no avergonzarnos por ello y disfrutar de nuestra individualidad personal. Así mismo, Columbiune incrementa la iniciativa para desarrollar actividades saludables y organizar prioridades, reconociendo las condiciones personales y manifestándolas. Aporta la capacidad de sacar hacia fuera lo que interiormente se tiene de valioso, recrea y da vitalidad a los dones personales y ayuda a desarrollar trabajos artísticos, potenciando la voz y dándole color.
La Naturaleza puso a Columbine en nuestros campos para que podamos desarrollar los aspectos astrológicos característicos de Leo, la capacidad de proyectarnos hacia fuera y hacia el mundo, y que podamos desarrollar nuestras propias capacidades, expresándolas desde el chakra del corazón, desde el amor de compartir nuestra luz interior con los demás, y exteriorizarlas a través de la palabra por medio del chakra de la garganta. El equilibrio nacido de esta esencia floral nos regala seguridad, dignidad y autoestima: "Yo valgo por mi mismo aunque sea diferente a los demás, y me permito irradiar mi luz interior y compartirla".

lunes, 6 de junio de 2011

Siembra tus sueños...

Siembra tus sueños y crecerán milagros

Alguien nos dijo alguna vez que soñar era perder el tiempo, que tenemos que permanecer despiertos porque las cosas importantes se construyen a base de determinación y de trabajo, y no nos engañaron... pero se olvidaron de decirnos lo más importante... lo que no se ha soñado antes, difícilmente se alcanza.
Nuestros sueños son las alas que ponen en movimiento nuestra vida, son los que despiertan nuestra alma y dan empuje a nuestros proyectos. Estar dormido, aunque parezca una paradoja, es todo lo contrario, nos hace andar por la vida como zombis de nosotros mismos, arrebujándonos en la corriente del rebaño, dejándonos arrastrar en los caminos que marcaron para nosotros, viviendo los sueños que otros construyeron para sí, y que en demasiadas ocasiones, acaban por convertirse en nuestra peor pesadilla.
Los sueños son pequeñas semillas que sembramos a lo largo del camino, y que a fuerza del sudor de nuestro tesón y del agua de nuestras lágrimas, de alegría, de frustración, de rabia, de tristeza o felicidad, acaban por hacerlos germinar. Los sueños son los pies del mundo, el calzado de nuestras vidas, sin ellos perdemos las líneas del horizonte porque nos falta la ilusión que da ligereza a nuestros pasos.
En demasiadas ocasiones hemos oído decir que los sueños están reñidos con la realidad, que soñar nos mantiene con los pies en el aire y la cabeza fuera de su sitio, cuando la verdad es otra bien distinta, es la realidad la que tiene que asentarse en el suelo y adecuarse a nuestros sueños, porque cuando conseguimos que la razón que nos impide soñar abra sus horizontes a nuestros sueños, los milagros comienzan a hacerse realidad.
La energía de los sueños es capaz de transportarnos a otra realidad, a la realidad donde todo es posible, donde nada es inalcanzable, donde no hay fronteras ni límites. Y si un simple sueño es capaz de mover montañas, ¿qué no podrá conseguir la unión de muchos sueños? No sólo crecerá milagros, sino que éstos se multiplicarán. El sueño de un mundo mejor se está fraguando en las mentes de muchos de nosotros. La siembra ya ha comenzado, y las semillas efectuando la alquimia de la germinación, los milagros están a punto para eclosionar en nuestra tierra, porque la realidad de un sueño común se está manifestando. No es verdad que un mundo mejor es posible, porque la certeza de un mundo mejor ya se ha puesto en marcha.
¿Y tú, deseas unirte a nuestro sueño, deseas ser cocreador de ese milagro? ¡¡¡Que nuestros sueños transformen la realidad y que los milagros no dejen de suceder en nuestras vidas!!!

viernes, 27 de mayo de 2011

Honremos a las mujeres como...

Honremos a las mujeres como vínculo de vida que son. La capacidad de la vida ha partido, parte y partirá siempre de ellas

Muchas veces somos las propias mujeres las que no nos damos el valor que nos merecemos dentro de la sociedad de la cual formamos parte. No nos creemos merecedoras de muchas cosas e infravaloramos nuestro poder interior, cuando es ese poder interior, el femenino, el que mueve el motor de la vida.
A lo largo de la historia la mujer se ha visto relegada única y exclusivamente a la procreación y al cuidado de la familia, cuando su posición en la vida va mucho más allá. Afortunadamente este pobre concepto ha ido modificándose en los últimos años, y la revolución silenciosa, que siempre estuvo latente, está comenzando a dar sus frutos.
El poder femenino resurge con una fuerza arrolladora, pero no como la lava de un volcán en erupción, avasallador y destructivo, sino como la floración en la primavera, sorprendente y acogedor. Los años vividos relegadas a la sombra nos han conferido la capacidad de dar luz, y no tan solo a través del alumbramiento a la vida de la humanidad, sino mediante la trasmisión de los dones de la quietud y la calma que anteceden al amanecer.
El poder femenino es acogedor y dialogante, se basa en la ternura, la paciencia, la observación, la apertura, la intuición, la comprensión, la empatía, la solidaridad, la superación, la escucha... Esto no quiere decir, de ninguna manera, que el poder masculino se tenga que menospreciar, haciéndolo estaríamos olvidándonos de los cimientos que sustentan el poder femenino. Precisamente porque el poder femenino tiene las cualidades de la comprensión y la apertura, debemos tomar los valores que sustentan el poder masculino, y suavizando sus aristas, acogerlo, y de esa manera, poder encontrar el verdadero equilibrio en nuestro interior. La competitividad, el análisis, la lucha, el empuje, la conquista... han de tenerse en cuenta, pero no desde la fuerza y el avasallamiento, sino desde la seguridad en uno mismo y en sus posibilidades. Si las mujeres cometemos el error de querer conquistar nuestra posición en el mundo desde las bases de ese poder masculino sin darles el toque que caracteriza al poder femenino, estaremos dando palos de ciego y perdiendo un tiempo precioso.
Necesitamos poner a disposición de la nueva era que se abre ante nosotros el poder del equilibrio, el poder femenino de la pacificación y del dialogo, del orden dentro del caos, de la paz frente a la lucha, de la seguridad cuando se han perdido las referencias, de la empatía frente al menosprecio, de la solidaridad sin perder la individualidad. La tierra que nos sustenta clama por un cambio en nuestras mentalidades, en nuestra forma de afrontar las circunstancias que nos plantea la vida. El poder masculino, que hasta el momento se ha basado en la fuerza y el avasallamiento, tiene los días contados, ha sido demasiado el tiempo que ha regido el transcurso de la vida, y ésta no puede sustentarlo más sin dañar sus propias raíces.
Es la hora del cambio. El poder femenino reclama su espacio, sin lucha ni destrucción. La concienciación comienza a dar sus frutos, y no tardará en llegar el día en el que predomine el dialogo en una mesa redonda, sin cabecera que presida y que decrete.
Hombres y mujeres debemos encontrar en nuestro interior el equilibrio de ambos poderes para conseguir una sociedad más justa e igualitaria, y ésta solo se conseguirá a través del amor y de la comprensión. El poder denso y asfixiante del miedo y de la subyugación tendrá que rendirse ante el poder de la conquista de la comprensión y el respeto.
Las mujeres debemos sentirnos muy orgullosas de ser las propulsoras de la vida, de honrarnos a nosotras mismas por el poder de crear vida en nuestro interior y tener la suficiente fortaleza como para cederla después al mundo. Sigamos siendo dadoras de luz, y con la generosidad que nos caracteriza, dejemos que nuestro poder femenino se funda con el masculino, y que de esta unión nazca el poder de la paz, la solidaridad y el amor