Los animales y la terapia floral
Los animales presentan diversos trastornos emocionales que implican conductas no deseables por contagio del medio ambiente (experiencias vividas o del entorno en el que se mueven) o de sus dueños (comportamiento del propio dueño o en relación con el animal), pero al no ofrecer resistencia emocional ante el tratamiento, como a veces puede ocurrir con las personas, los resultados del tratamiento floral son satisfactorios.
Dentro del tratamiento con animales no encontramos con una parte positiva y otra negativa. La negativa es que, como que por si mismos no pueden explicarnos lo que les sucede, es más difícil clarificar la desarmonía emocional. El diagnóstico es a través de un tercero, con lo que no es fácil deducir lo que realmente le sucede, ya que se están mezclando sus propias emociones y las de la persona que las vivencia con él, muchas veces el comportamiento del animal está íntimamente relacionado con el comportamiento del dueño, por lo que, en ocasiones, al igual que ocurre cuando se está tratando a bebés o niños pequeños que también han de seguir tratamiento los padres, los dueños también han de hacerlo. La parte positiva es que los animales no ofrecen resistencia emocional al tratamiento, y que no presentan un amplio abanico de emociones entrecruzadas u ocultas como ocurre con las personas, por lo que el tratamiento, una vez encontrado, funciona con efectividad y rapidez.
Hay que tener en cuenta, no obstante, que no todos los animales reaccionan al tratamiento con la misma rapidez, al igual que no todos presentan los mismos síntomas ante una situación similar. Los hay que a los pocos días ya presentan un cambio apreciable y otros a los que les cuesta más modificar sus reacciones, pero el tratamiento, aunque los cambios sean muy rápidos, no debería ser inferior a tres meses, hay que permitir que los cambios internos se produzcan en profundidad para que puedan ser duraderos. Si el tratamiento se interrumpe antes de tiempo podría no haberse equilibrado totalmente las desarmonías vibracionales y retroceder en lo ya conseguido volviendo al punto de partida.
Algunos animales reaccionan o se comportan en relación a las reacciones o comportamientos de sus dueños, pero en otros el desequilibrio emocional tiene un componente externo. Casi todas las reacciones desequilibradas: la excesiva territorialidad, marcaje con orines, agresividad, tristeza, apatía, negarse a salir, comportamiento obsesivo o descontrolado, pueden ser provocado por los malos tratos, el rechazo, destete no adecuado, abandono, operaciones o accidentes, dando como resultado un comportamiento anómalo y tras éste, en la mayoría de los casos se oculta el miedo. Por ejemplo, tras una operación o accidente además de que el aura queda dañada, hay un trauma (emocional, mental y físico), al que hay que añadir olores diferentes en él mismo o en su entorno que pueden llevar al rechazo o falta de aceptación de él mismo o de otros animales con los que se relaciona. Pueden perder movilidad y necesitan adaptarse al cambio y aceptarse.
Al igual que en las personas, los animales ante una misma situación tampoco reaccionan siempre de la misma manera. La dificultad en su tratamiento radica en localizar el foco que está provocando un determinado comportamiento, pero a diferencia de las personas, una vez localizado y con el tratamiento adecuado responden con rapidez a él, el equilibrio vibracional, y por lo tanto emocional, es apreciable enseguida, ya que no tienen tantas emociones contrapuestas.
El tratamiento puede ser dado directamente de la ampolla, y en casos en los que el animal es reacio a tomarlo o desconfía, se le puede administrar en el agua del bebedero o en la comida. Pero siempre es mejor darlo directamente para asegurarnos de que lo está tomando correctamente.
Los animales presentan diversos trastornos emocionales que implican conductas no deseables por contagio del medio ambiente (experiencias vividas o del entorno en el que se mueven) o de sus dueños (comportamiento del propio dueño o en relación con el animal), pero al no ofrecer resistencia emocional ante el tratamiento, como a veces puede ocurrir con las personas, los resultados del tratamiento floral son satisfactorios.
Dentro del tratamiento con animales no encontramos con una parte positiva y otra negativa. La negativa es que, como que por si mismos no pueden explicarnos lo que les sucede, es más difícil clarificar la desarmonía emocional. El diagnóstico es a través de un tercero, con lo que no es fácil deducir lo que realmente le sucede, ya que se están mezclando sus propias emociones y las de la persona que las vivencia con él, muchas veces el comportamiento del animal está íntimamente relacionado con el comportamiento del dueño, por lo que, en ocasiones, al igual que ocurre cuando se está tratando a bebés o niños pequeños que también han de seguir tratamiento los padres, los dueños también han de hacerlo. La parte positiva es que los animales no ofrecen resistencia emocional al tratamiento, y que no presentan un amplio abanico de emociones entrecruzadas u ocultas como ocurre con las personas, por lo que el tratamiento, una vez encontrado, funciona con efectividad y rapidez.
Hay que tener en cuenta, no obstante, que no todos los animales reaccionan al tratamiento con la misma rapidez, al igual que no todos presentan los mismos síntomas ante una situación similar. Los hay que a los pocos días ya presentan un cambio apreciable y otros a los que les cuesta más modificar sus reacciones, pero el tratamiento, aunque los cambios sean muy rápidos, no debería ser inferior a tres meses, hay que permitir que los cambios internos se produzcan en profundidad para que puedan ser duraderos. Si el tratamiento se interrumpe antes de tiempo podría no haberse equilibrado totalmente las desarmonías vibracionales y retroceder en lo ya conseguido volviendo al punto de partida.
Algunos animales reaccionan o se comportan en relación a las reacciones o comportamientos de sus dueños, pero en otros el desequilibrio emocional tiene un componente externo. Casi todas las reacciones desequilibradas: la excesiva territorialidad, marcaje con orines, agresividad, tristeza, apatía, negarse a salir, comportamiento obsesivo o descontrolado, pueden ser provocado por los malos tratos, el rechazo, destete no adecuado, abandono, operaciones o accidentes, dando como resultado un comportamiento anómalo y tras éste, en la mayoría de los casos se oculta el miedo. Por ejemplo, tras una operación o accidente además de que el aura queda dañada, hay un trauma (emocional, mental y físico), al que hay que añadir olores diferentes en él mismo o en su entorno que pueden llevar al rechazo o falta de aceptación de él mismo o de otros animales con los que se relaciona. Pueden perder movilidad y necesitan adaptarse al cambio y aceptarse.
Al igual que en las personas, los animales ante una misma situación tampoco reaccionan siempre de la misma manera. La dificultad en su tratamiento radica en localizar el foco que está provocando un determinado comportamiento, pero a diferencia de las personas, una vez localizado y con el tratamiento adecuado responden con rapidez a él, el equilibrio vibracional, y por lo tanto emocional, es apreciable enseguida, ya que no tienen tantas emociones contrapuestas.
El tratamiento puede ser dado directamente de la ampolla, y en casos en los que el animal es reacio a tomarlo o desconfía, se le puede administrar en el agua del bebedero o en la comida. Pero siempre es mejor darlo directamente para asegurarnos de que lo está tomando correctamente.
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