viernes, 15 de abril de 2011

El camino de la vida...

El camino de la vida está lleno de precipicios que debemos atravesar

En alguno de estos precipicios nos pueden tender puentes robustos y fuertes para facilitar la tarea de atravesarlos dándonos seguridad, en otros serán puentes colgantes e inseguros, y en los más tendremos que bajar escarpados senderos hasta el fondo del barranco, para después iniciar una dura ascensión.
Si el miedo nos paraliza nos quedaremos atrapados en una parte del camino y no veremos  nunca el hermoso paisaje que nos aguarda al final. Solo uno mismo puede darse el impulso necesario para, poniendo un pie delante del otro, recorrerlo en su totalidad.
La vida es un suceso de experiencias que tenemos que vivir y que constantemente nos plantean un reto: "Las decisiones". Lo que menos importancia tiene es si acertamos o no en la elección escogida. Todas ellas encierran un aprendizaje distinto e importante. Por eso no hay error posible, solo existe la experimentación, y el núcleo principal de ellas son los sentimientos y emociones que nos despiertan. Ahí está el verdadero sentido de la vida.
Tu vida es tu vida, y nadie tiene derecho a juzgar el cómo la vivas o lo que hagas con ella, porque nadie sabe qué es lo que necesitas experimentar y aprender en cada momento. Cada uno de nosotros tenemos nuestras propias experiencias, no podemos basar nuestras decisiones en los sentimientos o deseos de los demás, cada cual ha de asumir las suyas propias, por eso nos relacionamos y coincidimos en una misma situación, en ella cada uno de nosotros es el actor principal de su obra y el secundario del que tenemos al lado.
Por lo tanto, seamos conscientes con lo que elegimos, coherentes con lo que se derive de esta situación y responsables con las consecuencias, viviendo plenamente la experiencia resultante. No somos ni buenos ni malos elijamos lo que elijamos, solo somos seres encarnados viviendo las experiencias que la vida nos va abriendo a cada paso. Al final nos damos cuenta, que los precipicios que hemos atravesado, de la manera que hayamos elegido, nos han conducido al lugar que irremediablemente debíamos alcanzar.

jueves, 14 de abril de 2011

No lleves nunca a cuestas...

No lleves nunca a cuestas más de un problema a la vez, hay quien carga tres: todos los que tuvieron, todos los que tienen y todos los que esperan tener

Que difícil se nos hace a las personas vivir el momento presente, nuestra mente siempre nos lleva por caminos intrincados para desviarnos de nuestro objetivo, dirigiendo nuestra energía hasta los sucesos del pasado, en los que nos hemos quedado atrapados, o hacia las preocupaciones del futuro, que aún no han llegado. El momento presente, de por sí solo, ya tiene una carga suficiente de sucesos a los que dedicar la atención, y necesitamos toda nuestra energía actual para afrontarlos.
La vida está siempre en constante movimiento, y el movimiento es sinónimo de sucesión, por lo tanto, los sucesos se suceden constantemente uno detrás de otro y nosotros vamos a caballo sobre todos ellos. Necesitamos mucha paz y armonía interior para poder discernir, de entre todo lo que nos sucede, cúal de ellos merece que le dediquemos nuestra energía. No podemos solucionar todos los problemas que se nos presentan a la misma vez, porque sino la energía se dispersa y no contamos con el raciocinio suficiente para poder afrontarlos.
Normalmente las cosas no suceden por que sí, siempre hay un motivo oculto en todas ellas, y necesitamos mucha comprensión para descifrarlo antes de dar el primer paso. En primer lugar debemos averiguar si el problema en cuestión está en nuestra mano resolverlo, porque puede ser, que por muchas vueltas que le demos, está fuera de nuestro alcance el solucionarlo, entonces no va a necesitar que le dediquemos nuestra atención, en su momento y lugar ya encontrará la salida y se resolverá. Y si verdaderamente la solución pasa por nosotros, averiguar la mejor manera de solucionarlo.
Puede ser que esa solución esté en dejarse ayudar por los demás, pero normalmente somos demasiado orgullosos para permitirlo. Sentimos que fracasamos y eludimos nuestra responsabilidad si lo hacemos, pero tal vez será eso lo que obtendremos como resultado si el orgullo se antepone ante la sabiduría. Es de sabios saber cuándo se ha de abandonar o cuándo rendirnos y dejar que las cosas sigan su curso, y es de sabios saber en qué momento actuar utilizando todas las herramientas que tenemos a nuestro alcance.
La vida no nos pondrá nunca problemas trampa que no podamos resolver, porque dentro de cada problema oculta también la solución. Por eso es tan importante estar centrados en el momento presente y con todos nuestros sentidos preparados para percibir, si estamos anclados en las emociones densas y negativas del pasado, o en las volátiles del futuro, pasaremos por alto las que necesitamos para el ahora.
Cuando una situación parecida del pasado se repite, puede ser que estuviera inacabada y precise su conclusión en el presente, pero hemos de tener en cuenta que nosotros ya no somos los mismos de antes, ni las circunstancias que la envuelven, por lo tanto, tal vez precise ser afrontada de una manera distinta, con un conocimiento diferente, con otra actitud. Si nos empeñamos en actuar de la misma forma nuestros resultados serán los mismos que obtuvimos en el pasado y volveremos a quedarnos anclados.
Los sucesos del pasado solo son la base del aprendizaje para el momento presente, y éstos a su vez, el terreno fértil para los del futuro. Por lo tanto los problemas del ahora, y de uno en uno, son los que precisan de toda nuestra atención y energía. No podemos cargarlos todos juntos a nuestras espaldas porque no podremos mirar hacia delante. Tal vez si los afrontamos de frente con la mirada puesta como si fueran regalos, al desenvolverlos veríamos la solución que estaba envuelta entre sus lazos, y si por aquellas los envoltorios están vacíos de contenido, es que quizás llegó el momento de reciclarlo en la basura y no seguir cargando con su peso por más tiempo.

Tansy

Tansy (Balsamita Menor)

Tansy (Balsamita Menor)
Pertenece a la familia de las "Siemprevivas" y tiene gran profusión de flores. Su esencia tiene que ver con la mente, con el pensamiento de lo que uno cree de sí mismo. Trabaja el bloqueo emocional alojado en el inconsciente por problemas o traumas que pueden remontarse al pasado. 

Cuando nos sentimos emocionalmente distanciados de la vida también nos sentimos muy bajos de energía, aletargados, con indolencia y pereza, nos arreglamos poco, nos desentendemos de nosotros mismos y de lo que nos rodea, es como un abandono o apatía total por nuestras propias necesidades. Posponemos nuestras obligaciones, sabemos lo que tenemos que hacer pero nos cuesta ponernos en movimiento. Todo este letargo, indiferencia y aparente despreocupación o dejadez suelen ser una defensa frente a situaciones complicadas que debemos afrontar y que pueden tener sus raíces en un pasado lejano o cercano. También podemos ser personas indecisas, pasivas, abandonadas, con inercia y desinterés, poco entusiastas, holgazanas, con baja energía, o al menos es lo que demostramos en momentos puntuales de nuestra vida, generalmente puede ser debido a situaciones relacionadas con el caos y la confusión presentes pero que se remontan inconscientemente a situaciones de falta de identificación en la primera infancia, cuando pudimos ser anulados emocionalmente o desatendidos, y esto nos provoca de adultos que nos desatendamos nosotros mismos. Cuando de niños no se nos ha tenido en cuenta y nuestra opinión no ha valido nada, o hemos tenido un hermano mayor muy brillante y nos hemos sentido anulados, de adultos tampoco sacamos nuestra propia fuerza, seguiremos anulándonos emocionalmente y callaremos nuestras opiniones.
La esencia floral de Tansy reforzará la voluntad y la iniciativa, ayudándonos a concretar y cumplir decididamente con los objetivos y las motivaciones que nos marquemos, a afrontar problemas y retos con energía y decisión, a ponernos en movimiento para hacer frente a las situaciones complicadas que se nos presentan en la vida. Desbloqueando el inconsciente de todas las emociones enquistadas del pasado que nos mantenían aletargados y distanciados de los sucesos que nos ocurren.
A nivel físico para metabolismos y digestiones lentas. Cuadros de dependencias: alcohol, drogas, medicamentos, alimentos, adictos a seriales o programas televisivos (sentir que no se tiene vida propia y se ha de vivir los problemas o vivencias de otros desde la distancia que nos proporciona la televisión). Cuadros de obesidad (al no poder manifestarnos nosotros mismos nos manifestamos a través del volumen, o para mantener la distancia emocional con los demás).
Tansy nos regala su energía radiante y amarilla para que mediante ella podamos alcanzar la conciencia de nuestro propio "yo", al que hemos anulado alejándonos de la vida, recuperando así la unión con la propia luz del interior que alumbrará nuestro camino a recorrer y poder salvar los obstáculos que emocionalmente nos sentíamos incapaces de trascender.

miércoles, 13 de abril de 2011

No hay mejor maestro...

No hay mejor maestro que los propios hijos, nos hacen doctorarnos en materias que nunca soñamos 

Aunque parezca una incongruencia, nuestros mejores maestros en esto de ser padres son nuestros propios hijos. Ellos son el eslabón que nos une irremediablemente a la cadena generacional de nuestros propios padres, a la misma vez que se fusionan a la nuestra.
Con su llegada nos apuntamos a una asignatura de la vida de la cual nunca nos doctoramos porque siempre tenemos cosas nuevas que aprender. Ellos nos enseñan a ser pacientes y tolerantes, a ver y comprender desde diferentes puntos de vista, a reencontrarnos con aquel niño que un día fuimos y que olvidamos cuando las obligaciones pesaron más que los sueños, a hacer las paces con los padres que alguna vez no nos comprendieron, a volver a descubrir la magia de las pequeñas cosas y a reír por el simple hecho de reír. Pero el mayor aprendizaje que alcanzamos con ellos, y el que más nos cuesta asimilar, es el del amor incondicional.
Parece tarea fácil cuando los tenemos por primera vez en nuestros brazos, despiertan nuestras emociones más puras: ternura, alegría, felicidad... pero al poco nos damos cuenta que éstas también van acompañadas, de miedo, preocupación, desvelos, responsabilidad, protección... Son tan indefensos que dependen de nosotros para sobrevivir, y nos metemos tanto en el papel que nos toca representar en esos momentos, que no nos damos cuenta de que  nuestros hijos van creciendo y con ellos su independencia, su afirmación como personas individuales, su carácter, su personalidad.
El bebé indefenso se ha convertido en un niño que necesita experimentar, aprender donde están sus límites, descubrir sus posibilidades, investigar sus alternativas, y ahí es cuando comienza la parte fuerte de nuestra asignatura. Como padres deseamos un hijo perfecto y obediente, y en la mayoría de ocasiones nos topamos con un niño rebelde y de carácter, y nuestro primer suspenso viene cuando intentamos poner condiciones al amor que en un principio era sin condiciones: "Si te portas bien te querré, si eres bueno te daré un premio, si comes te daré un helado, si duermes te leeré un cuento, si no lloras te compraré un juguete, si te estás quieto te pondré la tele..." Acostumbramos al niño al chantaje emocional, y éste no tardará en devolvernos la misma moneda. Acabamos de crear un trueque entre el amor y las cosas materiales que se pueden obtener a cambio.
Sin darnos cuenta hemos comenzado a sustituir el razonamiento comprensivo y las normas educativas en un juego de poder del que nuestros hijos no son ajenos, y que emplearan tantas veces como sea necesario para obtener todo aquello que desean, mientras ponen ante nosotros la disyuntiva de que nos demos cuenta de que no vamos por el camino más adecuado. Las cosas materiales comienzan a sustituir el juego y el tiempo que les dedicamos, bien sea por comodidad, por el trabajo o porque no sabemos que hacer con ellos, y eso crea, sin que nos demos cuenta, una brecha de incomprensión, que ellos tomarán como de abandono.
Lo que reclaman nuestros hijos con su rebeldía es a nosotros mismos, nuestra paciencia y comprensión, nuestra atención y dedicación, unas reglas de juego que les guíe y les aporte seguridad, en resumidas cuentas, el amor incondicional que les ofrecimos cuando nacieron, el que cuida sin sofocar, el que enseña sin doblegar, el que se ofrece por el puro placer de regalar, el que nace del corazón y no de la obligación, el que sienta los cimientos de lo que serán los hombres y mujeres del mañana, y el que nos dice que son lo más importante de nuestra vida porque la suya está en nuestras manos.
Nuestros hijos son los maestros que se ofrecieron para ayudarnos a comprender todo eso, y no cejarán en su empeño de que aprendamos muy bien la lección. Nos pondrán al límite hasta que comprendamos lo que es el amor verdadero, serán nuestros propios espejos que reflejaran todo aquello que nosotros no queremos ver y que debemos con urgencia trasformar.
Hay una línea muy fina que nos separa a los padres de los hijos, traspasarla es más fácil de lo que parece y cuando lo hacemos los papeles se intercambian, es entonces cuando los hijos asumen el mando de lo que debería ser un recorrido compartido donde los padres guíen de la mano. Nuestro deber como padres, y el que deberíamos asumir antes del nacimiento de nuestros hijos, es el de acompañar su crecimiento con firmeza pero con ternura, dándoles unas bases y valores como personas donde sustentarse, enseñándoles que pueden equivocarse sin frustrarse, y pedir perdón y disculparse cuando sea necesario, que avanzar por la vida no es sinónimo de pisar a nadie, respetar y respetarse, de que forman parte del todo porque ellos son el Todo, de amar por encima de todas las cosas porque esa es la clave que les hará ser la persona de la que ellos mismos se sentirán orgullosos.
Pero a nuestros hijos no les valen los engaños o los sucedanios, necesitan ver esos valores en nosotros mismos, en nuestros hechos, en nuestra forma de vivir la vida, si no solamente se quedarán en huecas palabras que se llevará el viento, y entonces serán el reflejo de nuestra propia caricatura para que nos demos cuenta y reaccionemos.
No podemos exigir aquello que no hemos sabido dar nosotros primero. Nuestros hijos lo saben, y lucharán para que nos demos cuenta y rectifiquemos, son nuestros mejores maestros. Contra antes lo hagamos, antes les daremos la libertad para poder ser ellos mismos, para dejar de ser maestros y convertirse en los alumnos que aprenden con el ejemplo del amor sin condiciones que les regalamos.        

Saguaro

Saguaro (Pitahaya)

Saguaro (Pitahaya)
Como planta lunar y acuática trabaja los aspectos lunares de la personalidad. Tiene que ver con lo racial, étnico, regional, cultural, ideológico, con todo lo nuestro, con nuestras propias raíces, nuestros ancestros, nuestro linaje, nuestros antepasados, con la información genética que llevamos implícita y del consciente colectivo, con la fuerza que ha quedado impregnada en nosotros y que rechazamos. Si rechazamos nuestro linaje nos rechazamos a nosotros mismos. Eso no quiere decir que nuestros antepasados hayan sido peores o mejores, pero han sido los nuestros. Son emociones muy profundas de la psique de nuestro pasado ancestral.
A veces cuando abrazamos otros pensamientos filosóficos, de estilo de vida o religiosos nos olvidamos de nuestras propias raíces, no nos reconocemos dentro de ellas y eso nos crea soledad, porque necesitamos sentir que pertenecemos a algún sitio. O puede ser que seamos personas muy apegadas a nuestro linaje, que creemos que sin nuestra familia no somos nada, nos quedamos atrapados en nuestra propia historia familiar y no podemos florecer como personas individuales. También cuando en nuestro interior anida la rebeldía, tenemos conflictos con la autoridad, rechazamos los valores tradicionales o socialmente aceptados, haciendo que nos sintamos disconformes con el medio en el que hemos nacido, crecido y desarrollado, y en el que nos ha tocado vivir. Creamos resentimiento con las figura masculina y no aceptamos que nos digan lo que debemos hacer, no nos dejamos guiar, nos sentimos dirigidos y mandados, y reaccionamos oponiéndonos.
La esencia floral de Saguaro ayudará a equilibrar todos estos estados, por exceso o defecto, que tenemos en relación a nuestras propias raíces, ayudándonos a asumir nuestra propia genealogía, e integrarnos al momento o lugar en el que nos encontremos sin necesidad de renegar o añorar nuestra procedencia. Permitirá acatar las leyes en lugar de competir o combatir inútilmente, respetando a los demás y el entorno.
Para personas que se creen superiores por razón de raza o religión, prejuicios de clases, radicales o nacionalistas. Para aquellas que han vivido en el exilio generando rechazo o añoranza exagerada por la propia patria. Adoptados que necesitan saber de donde vienen y reconocer su procedencia y su raza. Adultos que presentan un comportamiento adolescente de rebeldía porque no se han encontrado a sí mismos. Adolescentes que se rebelan contra los suyos, o se rebelan porque necesitan encontrar su propia identidad, ayuda a reafirmarse sin necesidad de ir en contra. Cambios sociales muy grandes que generan sentimiento de no procedencia.

Saguaro funciona muy bien en tratamientos conjuntos con Metamórfico (activación de la información genética para trascender y sanar) o Constelaciones Familiares (limpieza de arquetipos dentro de la familia)
A nivel físico esta esencia es muy buena para tratar irritaciones cutáneas y problemas de piel (la piel establece las fronteras que marcamos con todo lo externo). Enfermedades hereditarias y de trasmisión. Limpia a través del sistema linfático, especialmente en edemas y tumores. Intolerancia al huevo (similitud de la flor con un huevo frito). 
Saguaro es un regalo que nos hace la Naturaleza para que podamos ponernos en contacto con nuestro chaman interior y recoger la sabiduría y la cultura que nos han trasmitido nuestros mayores y entregarla a las generaciones futuras con amor, desde el respeto a nuestras raíces y desde la comprensión hacia los cambios generacionales, y para que podamos generar conciencia de individualización dentro de la familia humana sin necesidad de apartarnos de la totalidad que formamos como Unidad.

martes, 12 de abril de 2011

Llevo una expresión agradable...

Llevo una expresión agradable en todo momento, y sonrío a todo ser con el que contacto

Vivimos en un mundo donde las prisas no nos dejan disfrutar del entorno, vamos de aquí para allá como si la vida nos fuera en ello, mil pensamientos cruzan nuestra mente a cada momento, estamos tan centrados en nosotros, y en aquello que nos preocupa, que ni nos damos cuenta que estamos rodeados de otros seres humanos, que como nosotros, caminan a nuestro alrededor como si fuéramos de mundos diferentes. Todo ese batiburrillo de pensamientos que atiborran nuestra mente son el reflejo de la expresión de nuestro rostro.
Qué poca importancia le damos a esa parte de nuestro cuerpo que mostramos con más desnudez. Podemos llenarla de colores que la hagan más atractiva, pero nos olvidamos de lo más importante, la expresión. Es nuestra tarjeta de visita, el contacto más directo que tenemos con los demás y el que llega más abiertamente al corazón. Nuestra expresión, nuestra mirada, nuestra sonrisa, hablan por nosotros sin necesidad de palabras. Tranquilizan, dan confianza, ternura, calma, seguridad, pueden apaciguar una discusión, trasmiten las emociones de nuestro interior, son el hilo conductor que nos une a los demás.
Hay escuelas que enseñan técnicas de expresión para pasar entrevistas, para usarlas como marketing, pero esas no dejan de ser una caricatura de nosotros mismos. Cuando no nacen del alma y se entregan con la mirada, están carentes de valor, pueden ayudarnos a salir del paso, pero no hace que la expresión trasmita la calidez que debiéramos sentir en el interior. Pagamos por aprender esas técnica, a sonreír y a mirar, a dar sentido a nuestro rostro, a trasmitir con las posturas de nuestro cuerpo, a mostrar algo que en realidad no sentimos, cuando es más fácil que todo esto, solo hay que sentirlo desde el corazón.
Sonreír no cuesta dinero, no empobrece al que lo da, ni hace daño al que lo recibe. La sonrisa que nace y muere en nuestra boca, y no se extiende a la mirada, no tiene el poder de esa misma sonrisa que nace del alma e ilumina la expresión. Es la que hace que nos sintamos en paz con nosotros mismos, con nuestro entorno. No hace que los problemas desaparezcan, ni el drama que en ocasiones a podido convertirse nuestra vida, pero nos aporta la calma para seguir adelante, para ver soluciones, para emprender la marcha, para luchar y no dejarnos vencer por la tristeza que puede paralizarnos.
Una sonrisa nacida del alma y entregada con el corazón, puede cambiar la vida a la persona que la recibe, aportándole el coraje que necesita para dar el paso que no se atreve, para trasmitirle el mensaje, de que a pesar de todo, no está solo, para serenar y apaciguar un estado de ánimo que puede ser explosivo. La expresión es la fuerza y el poder que puede mover montañas que creíamos inamovibles.
La próxima vez que te mires al espejo sonríete desde la mirada, trasmítete amor con ella y desde ese punto de paz, compártela con los demás, puede sorprenderte el resultado que obtengas. Si más no, tú te sentirás mejor contigo mismo y ayudarás a cambiar el ánimo de muchos con los que te cruces en el camino.
Desde aquí te trasmito mi mejor sonrisa nacida del corazón.

Yerba Santa

Yerba Santa (Hierba Santa)

Yerba Santa (Hierba Santa)
Trabaja la pena, no la tristeza, aunque puedan ir juntas.


Cuando sentimos un gran dolor la pena se queda interiorizada, aunque esto no nos impida seguir con el curso de nuestra vida. La pena queda almacenada en los pulmones y en el corazón, como si tuviéramos algo clavado que no nos deja respirar. La llevamos siempre a cuestas con nosotros, por algo muy duro que sucedió y que no podemos olvidar, pero seguimos con nuestra vida porque sabemos que hemos de seguir adelante. Es una melancolía tan profunda que necesitamos suspirar a menudo para liberar la presión que se acumula en nuestro pecho. En ocasiones intentamos difuminar esa pena tras la cortina de humo que nos proporciona el fumar, es como si intentáramos llenar el vacío que tenemos en nuestro pecho con el humo que nos proporciona el cigarro.

Esta esencia floral ayuda a liberar la tristeza, pesadumbre, opresión, angustia, aflicción, agobio, depresión... que se localiza en la zona del pecho que imposibilita el respirar con normalidad. Al liberar la energía atrapada en este chakra también libera los traumas o emociones reprimidas alojados en esta zona, permitiendo que salgan las penas y se transformen en parte de la vida sin ser el centro de ella. Es una esencia catártica ya que moviliza emociones profundas, pero el tomar conciencia del dolor interno nos ayudará a purificarnos y a crecer.

Es muy eficaz en niños que han vivido situaciones traumáticas y dolorosas para ellos (separación de padres, muerte de un ser querido o animal de compañía...), dicen sentirse cansados y tener opresión en el pecho: "Tengo una cosita aquí que no sé lo que es, pero que no me deja respirar".

A nivel físico ayuda a los fumadores compulsivos a poder desprenderse de su adicción. Congestión pulmonar, trastornos respiratorios, y dolor en la zona del corazón. Asma, por dificultad al exhalar. Resfriados frecuentes. Ataques de histeria, ayuda a la persona a que vuelva a controlarse rápidamente.
La Naturaleza depositó con amor en nuestros campos a Yerba Santa para ayudarnos a que las emociones puedan fluir libremente, y armonizando la respiración con el sentimiento, y que las emociones humanas de dolor y tristeza puedan expresarse sin quedarse retenidas en el interior, porque la vida no es para sobrevivirla sino para vivirla con plenitud.

lunes, 11 de abril de 2011

Cada uno de nosotros...

Cada uno de nosotros nacemos con unos atributos especiales, descubrirlos y potenciarlos es uno de nuestros logros más positivos y enriquecedores

Con demasiada frecuencia nos decimos a nosotros mismos que no somos capaces de hacer esto o aquello, y la mayoría de las veces ¡¡¡Ni lo hemos intentado!!! damos por hecho que nos faltan las cualidades o aptitudes necesarias para poder llevar a cabo la empresa en cuestión. Pero lo que en realidad nos sucede, no es tanto nuestra creencia de incapacidad, sino el miedo a fracasar. 
Nos han hecho creer tanto que para ser aceptados tenemos que ser triunfadores, que nos da un miedo atroz intentar cosas nuevas o diferentes por no saber si seremos capaces de llevarlas a cabo. Le damos más valor a la consecución que a la actuación, y con esas premisas, es fácil que no lleguemos a conseguir las metas que nos proponemos. Estamos fracasando antes incluso de dar el primer paso.
Si bien es cierto, que algunos nacen con unas aptitudes innatas que se manifiestas sin ser ellos conscientes, a la mayoría de nosotros nos toca aprender a desarrollarlas. No traemos un libro de instrucciones debajo del brazo que nos indique el recorrido que debemos hacer, éste lo vamos creando nosotros a medida que vamos experimentando, y dentro de la experimentación, ineludiblemente, están los errores, a los que equivocadamente denominamos fracasos.
Cuando somos bebés y comenzamos a caminar, nos caemos una y otra vez, en ocasiones salimos de esas caídas con chichones, contusiones, magulladuras o arañazos, pero no por ello nos sentamos en el suelo y nos negamos a intentarlo de nuevo. Nadie nos dijo todavía que eso era un fracaso, ni nosotros creímos que lo fuera, y por lo tanto, seguimos intentándolo hasta que conseguimos aquello que estamos destinados a hace: caminar. Y lo mejor de todo, es que además, disfrutamos al hacerlo, porque podemos recorrer mundos nuevos que antes no estaban al nuestro alcance. En nuestro interior una fuerza poderosa nos empujaba a descubrir uno de nuestros atributos especiales, y lo hicimos.
Pero cuando crecemos nos hacemos más conscientes de nuestras caídas, nos cuesta más levantarnos y seguir adelante en nuestros intentos, y conseguir las metas que deseamos alcanzar se hace cada vez más difícil. Tenemos miedo al ridículo, al qué opinarán o dirán de nosotros, a equivocarnos, a salir lastimados, a que no nos quieran... y lo peor de todo, es que somos nosotros mismos los que estamos juzgando, sentenciando y condenando nuestras propias capacidades antes de ponerlas en práctica al no permitirnos desarrollarlas por miedo al fracaso y a no ser aceptados. Es entonces cuando dejamos que los demás nos pongan las etiquetas de lo que debemos ser, y que la mayoría de las veces, no dejan de ser meras formas de ganarnos la vida, pero que nos apartan de nuestra verdadera vocación, de aquello que en nuestro interior pugna por salir.
Nos acomodamos a nuestros roles y nos sentimos infelices, sabemos que algo no funciona pero nos empeñamos en seguir adelante, en hacer lo que se espera de nosotros, sin darnos cuenta, que lo que hacemos o damos, no tiene nada que ver con lo que en realidad somos. A veces necesitamos que nuestra vida se convierta en un caos para hacer los cambios y reajustes que necesitamos, que se nos desmoronen nuestras estructuras, que se vengan abajo los cimientos de la casa que hemos construido por el tejado, para darnos cuenta que no somos aquel papel que representábamos.
Es entonces, cuando muchas cosas se dan por perdidas, que nos volvemos más valientes y osados y dejamos que afloren al exterior aquella aptitudes que no habíamos descubierto o nos habíamos negado. Cuando tenemos que nadar contra corriente, salvando los escollos de las opiniones de los demás que nos tachan de locos o irresponsables porque nos salimos del camino marcado, que desarrollamos aquellos atributos especiales que guardábamos en nuestro interior, y damos lo mejor de nosotros mismos. 
Cuando perdemos el miedo a fracasar, al que dirán, a no ser aceptados, es cuando nos reencontramos con nosotros mismos, cuando aprendemos a amarnos por lo que somos y no por lo que aparentamos, y es, en ese preciso instante, cuando comenzamos a amar lo que hacemos, porque lo que hacemos sale de nuestro interior, de las capacidades ocultas que estamos potenciando. Nos entregamos de corazón a la tarea, creamos desde el fondo de nuestra alma y lo compartimos con los demás, y eso enriquece todo lo que tocamos.
No esperemos a que nuestra vida se convierta en un verdadero caos para descubrir aquello que estamos destinados a ser, no nos dejemos arrastrar por la corriente de la conformidad y la resignación, porque siempre hay un recodo en el camino que nos conduce al lugar que deseamos alcanzar, tan solo debemos estar dispuestos a intentarlo a pesar de las veces que nos caigamos. La vida se encargará del resto.

Buttercup

Buttercup (Botón de Oro)

Buttercup (Botón de oro)
Trabaja la autoestima desde el punto de "yo ante el mundo" y no "el mundo ante mi". Baja autoestima al hacer comparaciones con los demás y quedar en desventaja.

Cuando tenemos miedo al fracaso o al ridículo nos censuramos y nos quedamos paralizados, tenemos tal sentimiento de escasa valía personal que somos incapaces de apreciar o experimentar nuestra propia luz, volviéndonos tímidos y reservados debido a la desvalorización que hacemos de nosotros mismos, Sentimos que no tenemos nada que aportar a los demás. Antes de emprender algo siempre estamos anticipando el fracaso: "No me va a salir bien", o bien "no cal que lo intente porque no lo van a valorar". Hay falta de autovaloración en el mental, en el pensamiento. Esa conciencia interna de poca valía hace, que aún siendo capaces, no consigamos salir adelante, porque no damos valor a lo que hacemos o a lo que podemos conseguir, y aunque recibamos reconocimiento externo no podemos apreciarlo porque no hay reconocimiento interno: "Lo que reconozco en otro no lo reconozco en mi. No es que yo lo haga mal, es que el otro lo hace mejor ".

Buttercup en desequilibrio es también el síndrome del hermano pequeño que idealiza al hermano mayor que todo lo hace bien, y tiene la creencia de que nunca podrá ser como su hermano. Imita a su hermano mayor constantemente, pero con la creencia de que nunca podrá igualarse a él.
También para ancianos que se sienten de más, que creen que ya no tienen valor para el mundo, que sobran y que molestan.
Es muy valiosa en niños introvertidos que tienen problemas de relación, y se sienten insignificantes en su familia, les ayudará a encontrar un espacio de aceptación. 
Esta esencia floral ayuda a desarrollar las propias capacidades personales y ponerlas en evidencia, para poder apreciar los valores y virtudes, y aceptarse tal y como se es. Potencia la comunicación, estimula la memoria y da claridad mental, tranquiliza y mejora el rendimiento.
La luz radiante de Buttercup ilumina nuestros campos para hacernos llegar el mensaje de que todos tenemos nuestra propia luz interior, y que solo aceptándonos tal y como somos, seremos capaces de desarrollarla hasta alcanzar limites insospechados. Cuando somos capaces de reconocernos como seres ilimitados con un potencial único, es cuando brillamos con mayor intensidad y podemos desarrollar todas las capacidades innatas para lograr ser lo que en realidad somos

viernes, 8 de abril de 2011

La muerte no es un castigo...

La muerte no es un castigo ni una maldición, no hay vida y muerte, tan solo es un momento transcurre en el plano de la esencia y el otro en el plano de la manifestación física

La muerte, para la mayoría de nosotros, es una auténtica desconocida que nos atemoriza y nos repele. La sola mención de la palabra hace que nos giremos y nos vayamos, o que simplemente cambiemos de conversación diciendo: "Vamos a hablar de cosas más agradables".
La palabra muerte representa para nosotros muchas cosas, y casi ninguna de ellas se ajusta a la verdad: miedo, dolor, rabia, fracaso, impotencia, pérdida, tristeza, terror, vergüenza, final... Pero la realidad ciertamente es otra. Creemos que la muerte es un fracaso. Fracasamos porque al final morimos, a pesar de lo que hemos sido, hecho o sentido. Da igual si hemos sido "buenos o malos", si tenemos estudios o somos analfabetos, ricos o pobres. Nada de eso importa, todos fracasamos en nuestro intento de no morir. Es algo que se escapa a nuestro control, que no podemos dominar ni predecir.
Mientras no cambiemos estas estructuras mentales no seremos capaces de verla como realmente es: la puerta de salida del gran escenario de nuestra vida. Asumimos con alegría el nacimiento de un ser en este plano de existencia. Lo celebramos con ilusión y esperanza, y sin embargo, no deja de ser la puerta de entrada de ese teatro. Si tan sólo comprendiéramos que para entrar en cualquier parte, antes hemos tenido que salir de otro lugar, tal vez lo entenderíamos de otra manera.
Cuando nacemos a esta vida, anteriormente hemos tenido que "morir" de cierta forma de otra vida, que a bien seguro, era mucho más serena y apacible que ésta. El nacer es un morir, es un tránsito, una trasformación. Debemos incorporar nuestro ser ilimitado en un cuerpecito limitado para poder experimentar. Es nuestra forma de evolución sobre la tierra. Venimos para experimentar muchas cosas que necesitamos para nuestro crecimiento, y una vez hemos completado ese ciclo, marchamos para poder integrar ese conocimiento, descansar y reponernos hasta nuestra siguiente experimentación. Por lo tanto, desde el mismo instante de nacer llevamos implícito nuestro momento de morir. Todo forma parte de lo mismo, nacer y morir es una misma cosa, las dos partes de un proceso: "VIVIR". No se puede vivir sin nacer, y no se puede nacer sin morir. Es un ciclo que se repite inexorablemente.
Desde pequeños nos dan la posibilidad de comprender el milagro de la vida. Lo estudiamos en la escuela, lo leemos en los libros, nos lo explica la familia. Vamos a ver a los recién nacidos, les llevamos regalos. Felicitamos y celebramos. Sin embargo, nadie nos prepara para el maravilloso milagro de la muerte. Tal vez creamos que la muerte es un final y ya está, que todo se acabó para siempre. ¿Qué sentido tiene nacer, vivir y morir si eso es todo? Que tristeza y que dolor comporta el tener ese concepto. No significa nada la persona que fuimos, que amó, que sufrió, se entregó, trabajó, creó, disfrutó, lloró, se esforzó... nada de eso representa absolutamente nada ante la muerte, la gran aniquiladora, que como una trituradora engulle el ser que fuimos, y todo se acabó. Pero aún así, somos capaces de entender que una trituradora transforma la materia, que la materia no se destruye, tan solo pasa a otro estado de forma ¿Por qué nosotros no?, ¿desaparecemos sin más?, ¿desaparecemos totalmente?
El problema radica en que creemos que tan solo somos un cuerpo: órganos, músculos, sangre, huesos... y nada más ¿Nos hemos preguntado qué motor, qué energía, qué fuente mueve todo esto? Cuando asumimos que no somos tan solo un cuerpo, sino que "somos algo más", nuestro concepto de muerte comienza a cambiar. La palabra muerte adquiere un nuevo significado: transformación, tránsito, transmutación, evolución, experimentación, vuelta a casa, celebración, regreso, despedida, reencuentro... si somos capaces de desmitificar la muerte, somos capaces de vivir nuestra vida plenamente. Sin miedo, con amor y respeto, hacia nosotros y hacia todo lo que nos rodea. Nuestra vida es algo maravilloso, es nuestra posibilidad de experimentar todo aquello que deseamos. De amar y de odiar, de reír y llorar. De un sinfín de emociones y sentimientos. Todo está dispuesto para nuestro aprendizaje. Entendiéndolo somos capaces de amar nuestro cuerpo y respetarlo, porque es el vehículo que nos conduce a lo largo de la vida, y entendemos, que al igual que debemos nacer para esta experimentación, llegado el momento, es maravilloso tener un medio que nos facilite la salida de ella y poder integrar todo lo aprendido. Ese medio es la muerte, un renacimiento, un comienzo, una evolución.
Compañero de viaje, te deseo lo mejor en tu vida y en tu muerte, y que tu viaje de regreso al hogar esté lleno de comprensión y sabiduría, de luz y paz. De mucho amor.

Chrysanthemum

Chrysanthemum (Crisantemo)


Chrysanthemum (Crisantemo)
Es una flor que típicamente se lleva a los cementerios el día de Todos los Santos. Su esencia trabaja el temor a morir, la aceptación de que la muerte forma parte del ciclo de la vida. El miedo a envejecer y a la mortalidad. Es curioso que en Occidente se la considera una planta funeraria, y en Oriente como de natalicios. Esto nos habla de la polaridad que trabaja "muerte-renacimiento".

Cuando hay bloqueos en lo espiritual, tememos envejecer y morir, nos aferramos a los valores materiales, a lo externo, a lo estético más que a los valores internos. Queremos mantenernos jóvenes, ser ricos, tener poder, sin darnos cuenta de que lo que más vale son las riquezas interiores. Esta forma de entender la vida provoca angustia al paso del tiempo y temor a la muerte, porque es una forma de perder todo aquello en lo que se sustentan nuestros valores. Nos hemos apegado a lo material y no vemos la parte espiritual de la vida. Creemos que todo puede pagarse con dinero, hasta la vida, que puede garantizarnos hasta la inmortalidad.
Cuando tenemos miedo a la muerte, en ocasiones, lo ocultamos comportándonos de manera irrespetuosa con el cuerpo, no nos cuidamos, cometemos imprudencias, nos arriesgamos sin necesidad, bebemos y comemos en exceso, queremos vivir al límite alegando "que de algo hay que morir", no tomamos conciencia del alma, solo de la parte material. Ese miedo se basa en la creencia de que después de la muerte no hay nada, y tenemos miedo a morir por la sensación de vacío que nos produce.
Chrysanthemum nos ayuda a comprender el sentido de trascendencia e impermanencia que comporta la vida, a comprender que todo lo que nace debe morir. Permite aceptar la propia mortalidad o las pérdidas dolorosas que ocurren a lo largo de la vida, y ver lo bueno de cada etapa vivida. A cambiar la identificación del yo como personalidad, al YO como identidad espiritual superior, a nos sintamos uno mismo con lo transpersonal.
Es una esencia floral imprescindible en pacientes terminales, ya que les ayudará a alejarse del mundo de la materia. Depresiones, angustias y ansiedad provocadas a causa del paso del tiempo, aportando aceptación del curso natural de la vida y del deterioro físico que ello conlleva. Para las crisis de mitad de la vida y durante el climaterio. Depresión otoñal, ya que el otoño tiene que ver con la muerte, que se asocia al otoño de la vida.
Chrysanthemum es un regalo que nos hace la Naturaleza cada otoño cuando florece, para trasmitirnos el mensaje de los nuevos comienzos a pesar de los ciclos que se acaban, y que comprendamos, que todas las cosas que ocurren sobre la tierra tienen un ciclo natural de vida y de muerte. De que la Naturaleza se recicla a sí misma, porque al igual que las hojas de un árbol caen y se pudren para formar abono en la tierra, que volverá en forma de alimento a ese mismo árbol generando nuevas hojas, nosotros, como parte de esa misma Naturaleza, no somos diferentes. Formamos parte de nuestro propio ciclo de "vida, muerte y renacimiento".

jueves, 7 de abril de 2011

La vida es el don más preciado...

La vida es el don más preciado que tenemos, y a la vez el que menos apreciamos

Damos por hecho de que la vida siempre va a estar ahí, para nosotros y para los que amamos, y esto le resta el valor que se merece. No sabemos apreciar el maravilloso milagro que representa estar vivo, y vivimos arriesgándola. Nos alimentamos de cualquier forma, nos sometemos al estrés de mil cosas por hacer en el menor tiempo posible, nos contaminamos de emociones dañinas y de pensamientos densos y repetitivos, nos apoltronamos ante cualquier aparato que nos mantenga fuera de nosotros mismos, y lo peor de todo, nos olvidamos de amarnos. Pero la vida está ahí, y discurre con o sin nosotros, y desgraciadamente nos damos cuenta demasiado tarde que tenemos un tiempo limitado para disfrutarla. Es bien cierto que está ahí siempre para nosotros, pero nosotros no estaremos siempre con ella, el flujo de vida continuará mientras que el nuestro un día se apagará. Cuando nacemos La vida nos ofrece un gran libro repleto de páginas en blanco y un tintero lleno de tinta de colores para rellenarlo. Comenzamos con entusiasmo, garabateamos, dibujamos, escribimos, coloreamos, hasta que un día nos acomodamos tanto a tenerlo con nosotros que nos olvidamos de él, damos por hecho que en cualquier momento podemos recuperarlo y seguir dándole contenido, pero desgraciadamente, llega un día en el que no nos es posible utilizarlo más, y cuando pasamos sus páginas, nos damos cuenta de todas aquellas que están en blanco y de que nuestro tintero está medio lleno de la tinta que no hemos utilizado. Es entonces cuando apresuradamente queremos retomarlo y completarlo con todos aquellos dibujos que quisimos hacer siempre y que nunca hicimos, disfrutar de todos los colores, saborear todos los instantes, cuidar el papel y la tinta para que no se nos acabe antes de haber plasmado todas las cosas que queremos. Pero entonces ya es demasiado tarde. El flujo de nuestra vida pone el punto y final a nuestro libro. Despertemos ya del mal sueño en el que tan a menudo nos quedamos atrapados, y dejemos volar de nuevo nuestros sueños como cuando eramos niños y corríamos cogidos de la mano de la vida. Aún estamos a tiempo de darnos cuenta del precioso presente que nos regalan cada día, minuto a minuto, segundo a segundo, y vivamos la vida con plenitud, experimentando todo aquello que nos pertoca. No dejemos nunca de mirarla de frente, con ilusión, esperanza, ternura, alegría, felicidad, comprensión, tolerancia, respeto, en definitiva con AMOR, porque la vida es el AMOR, que nos alimenta, nos sostiene y nos trasforma. El milagro que somos todos y cada uno de nosotros se merece que vivamos nuestras vidas con todo su esplendor. Si la vida es el mayor don que tenemos ¿te animas a disfrutarla conmigo desde este momento?.

Milkweed

Milkweed (Hierba de Leche)

Milkweed (Hierba de Leche)
Esta esencia trabaja la regresión del alma egoíca y dependiente causada por un trauma físico o emocional, así como cualquier tipo de simbiosis o dependencia.

Cuando a consecuencia de situaciones traumáticas o emocionales vividas no hemos podido podido desarrollar una personalidad fuerte y segura, tampoco hemos podido desarrollar en nuestro interior el sentido de independencia. Nos volvemos dependientes de otras personas: padres, pareja, amigos, terapeutas... necesitamos siempre a alguien para poder hacer cualquier cosa, precisamos su premiso o aprobación para emprender cualquier acción, no sabemos decidir por nosotros mismos, y eso nos crea un estado constante de angustia y preocupación, sobretodo cuando no estamos rodeados de aquellos que nos protegen y nos allanan el camino. Tememos la responsabilidad, no podemos enfrentarnos a la realidad y necesitamos evadirla de diferentes maneras.

Esta inestabilidad emocional puede hacernos caer en otras clases de dependencias: tabaco, alcohol, drogas, dulces, chocolate, comida, televisión, ordenadores, teléfonos móviles, sectas, fármacos, psicofármacos... inconscientemente necesitamos todo esto, pero en realidad son simplemente la muleta que nos da seguridad y tranquilidad para poder afrontar las situaciones diarias. Esta forma de proceder hace que nos mostremos como personas inmaduras, de conducta infantil, que no asumamos las responsabilidades que le corresponden a un adulto, abocándonos, en muchas ocasiones, a estados de ansiedad y depresión. Milkweed sanará la dependencia emocional y aportará el coraje necesario para poder afrontar la vida con independencia y responsabilidad, a poder ser nosotros mismos sin necesidad de muletas que nos ayuden a caminar, y sin la supervisión constante de los demás en cualquier paso que demos en la vida.
Esta esencia también puede ayudar a niños con problemas de aprendizaje, ya que estimula la maduración intelectual. Asimismo, también es recomendable para todos aquellos que estuvieron mucho tiempo enfermos o internados y necesitan que los cuiden, les ayudará a ser más independientes.
A nivel físico funciona muy bien en problemas de insomnio.
La Naturaleza puso a nuestro alcance esta planta para ayudarnos a afrontar la indefensión frente al mundo, a recuperar nuestra independencia emocional y poder desarrollar un ego sano y fuerte que nos aporte confianza y seguridad en nosotros mismos, y en lo que nos rodea, para poder sacar al exterior todo nuestro potencial y ponerlo al servicio de los demás.

miércoles, 6 de abril de 2011

Shooting Star

Shooting Star (Estrella Fugaz)

Shooting Star (Estrella Fugaz)
Esta esencia es para quienes vuelan y viven en otra dimensión, poco conectados con la tierra y la vida que esta contiene. Sintiéndose extraños en su propio planeta, en sus familias, y fuera de lugar en cualquier parte.

Cuando tenemos un profundo sentimiento de alineación, en especial cuando sentimos que la tierra no es nuestra casa, que no formamos parte de la familia humana, como si no encajáramos en ningún lugar, incomprendidos por nuestros familiares e incluso por los terapeutas, creamos en nuestro interior una gran sensación de desolación que puede desembocarnos en una depresión. Esta sensación de extrañeza, de sentirnos raros, de no pertenencia a la Tierra: "No reconozco mi mundo, no reconozco al otro, siento añoranza de un sitio que no sé cual es", desmoraliza, genera cansancio y agotamiento. Shooting Star aportará sentido de pertenencia, arraigo, compromiso, conexión con lo terrenal, devolviendonos a la realidad, a la cual pertenecemos, con entusiasmo, restituyendo la energía, y conectando con la conciencia cósmica de que estamos en el lugar adecuado y en el momento preciso.

Esta esencia desarrolla la intuición y es muy útil para los astrólogos por su conexión con lo astral, aumenta las frecuencias para incrementar la sensibilidad hacia lo celestial y hacia el movimiento de los diferentes planetas. Permite comprender mejor las configuraciones astrológicas. También protege de radiaciones, de la tierra o del espacio exterior, y de poluciones ambientales. 
Es muy importante esta esencia en amenazas de aborto, y bebés que llegan a la Tierra de forma muy rápida (niños prematuros, cesáreas, partos rápidos) ya que llegan sin saber que llegan, no saben donde están y les cuesta adaptarse. También en casos de parálisis cerebral por traumatismo al nacer.
En estado extremo es el Autismo, almas que quedaron atrapadas a mitad de camino. La esencia trabaja la encarnación, el sentimiento de extrañeza individual, de no reconocimiento del entorno, la dificultad de no poder comunicar los sentimientos al no reconocerse como humano, el sentirse diferentes y no poder relacionarse.
La forma de dardo de Shooting Star nos recuerda a algo que es arrojado o que cae con mucha rapidez, y nos habla de la necesidad de arraigarnos al lugar de pertenencia, sea este cual fuere, de implicarnos en el entorno, de formar parte activa del lugar que nos acoge. La Naturaleza puso esta preciosa flor en nuestros campos para desarrollar la espiritualidad humanizada, la conciencia cósmica para el cuidado de todo aquello que es terrenal y humano, para fomentar nuestra involucración en la sanación del planeta y de nosotros mismos como parte integrante de él.

No basta con decir que ya...

No basta con decir que ya aprendimos, porque sino ponemos en práctica lo que sabemos de nada sirve el camino recorrido

Estamos viviendo la era de la información y de la comunicación, no hay nada que no suceda en la otra parte del mundo que no nos llegue con la rapidez del rayo. Podemos hacer mil cursos a distancia, asistir a toda clase de conferencias y charlas sin necesidad de movernos del sofá de casa. Acumulamos información y más información, en ocasiones carente de valor para nuestra vida o nuestras circunstancias, pero de todas maneras las atesoramos porque provienen de personas altamente cualificadas.
Nos desesperamos por entender este u otro concepto que nos hará cambiar la vida, lo memorizamos para después guardarlo en el rincón de las cosas aprendidas y no utilizadas. Seguimos buscando fuera de nosotros, sin darnos cuenta, aquella chispa mágica que hará que nuestra complicada vida se convierta, de la noche a la mañana, en un remanso de paz y conocimiento.
Hay que aprender a ser selectivos con las cosas que nos llegan, discernir cuales de ellas se ajustan a la realidad de nuestra vida cotidiana, tener abiertos todos los sentidos para captar los mensajes subliminales o reales que la vida pone ante nosotros cuando nos llega la información, escuchar aquello que resuena en nuestro interior y que hace que algo se agite, quedarnos con esa parte que forma parte de nosotros mismos, que nos empuja a movilizarnos para dar pasos de sabiduría en nuestro camino, que nos ayuda a elevarnos por los peldaños de la escalera de nuestra vida... y después, comprendiendo desde lo más hondo de nuestro corazón, que no es lo mismo que entendiéndolo con el razonamiento de nuestra mente que todo lo quiere, dar un paso más, integrarlo en nuestra vidas, haciendo que eso que agita nuestra alma forme parte de nosotros, de nuestros pensamientos, de nuestros actos y palabras. Cuando no somos coherente con lo que hacemos y decimos, algo falla. Hemos aprendido conceptos, pero no hemos interiorizado sabiduría.
Debemos sentir desde el corazón toda la información que nos llega desde el exterior, solo así podremos discernir si forma parte integral del libro de nuestra vida, de los capítulos que componen las lecciones que debemos aprender... y después, aplicarlo a nuestro día a día, haciendo que forme parte consciente e inconsciente de nosotros mismos, porque sino, no habremos adelantado en nuestro camino, nos habremos perdido en bifurcaciones que no nos llevan a ninguna parte. Puede que nos parezca complicado dejarnos guiar por nuestros propios pasos en lugar de continuar por las marcas que dejaron otros y que les han conducido a lugares maravillosos, pero es que solo nuestra alma sabe los derroteros intrincados por los que debemos avanzar.
No debemos olvidarnos nunca de escuchar los ecos de las palabras que golpean con fuerza las paredes de nuestro interior, y los sentimientos que despierta la información que aletea con suavidad en los aledaños de nuestro corazón, transmutar todo eso en conocimiento y sabiduría en nuestra vida, viviéndolo desde la comprensión de nuestro ser, actuando en consecuencia y avanzando con el coraje que nos da el saber que estamos recorriendo el camino correcto para nosotros. Por muy difícil y complicado que parezca, ese camino comienza con el primer paso que damos después de decir "si" de todo corazón a nuestra alma.

martes, 5 de abril de 2011

Indian Paintbrush

Indian Paintbrush (Pincel Indio)
Indian Paintbrush (Pincel Indio)
Esta esencia favorece la creatividad de todas aquellas personas que de alguna manera se dedican a un trabajo de creación: pintores, ceramistas, escultores, jardineros, escritores... Mantiene la intensidad del potencial creativo o lo restituye. Conecta con la energía creativa de la tierra, aportando profundidad y fuerza expansiva en al trabajo de creación.
Cuando somos personas creativas, pero en un momento dado de nuestra vida sentimos que físicamente no podemos llevar adelante el trabajo, que nos distraemos, cansamos, sintiéndonos desvitalizados, que hay ideas pero que no sabemos como realizarlas porque hay un bloqueo en el hacer, que no sabemos como plasmar creativamente a nivel físico o material, y que debido a ese estado de negación interno, no podemos desarrollar nuestra inspiración, nos frustramos porque somos incapaces de dar expresión a nuestro arte, pudiendo llegar hasta enfermar físicamente. Esta esencia nos aportará la fuerza, la voluntad, resistencia y energía necesarias para retomar nuestra actividad artística, inyectando vitalidad en aquello que se está creando, y reconectándonos con la fuerza que ayuda a sacar la inspiración humana hacia fuera. Trabaja directamente con el bloqueo energético del segundo chakra (creatividad).
A nivel físico trabaja problemas de sangre que tienen que ver con la fuerza vital. Ayuda en los problemas de infertilidad (al desbloquear los chakras inferiores la energía creativa y sexual puede circular libremente para poder crear una nueva vida). Es muy eficaz en casos de estrés o neurosis artística provocado por el síndrome "de la página en blanco".
Al igual que Indian Painbrush nos recuerda a una brocha alargada preparada para dar color a la Naturaleza,  su esencia nos aportará la creatividad necesaria para poder darle color a nuestra vida a través de la inspiración de nuestra alma. Es un regalo que la tierra nos ofrece para desarrollar el trabajo de creación que enriquecerá nuestras vidas dejando una huella en la de los demás.

lunes, 4 de abril de 2011

La mejor y más dulce armonía...

La mejor y más dulce armonía no se produce cuando cada parte de un instrumento se oye por sí misma, sino cuando hay una combinación de todas ellas

Cómo le gusta a nuestro "yo" crearnos la creencia de separación en nuestra mente, porque así se hace más poderoso y nosotros más fácilmente maleables. Entonces el ego se hace el dueño y señor de nuestras vidas, pone escusas para no avanzar, miedos a nuestro alrededor para no permitirnos experimentar, insufla falsas creencias de superioridad para hacernos creer poseedores de la verdad, inseguridad para que dudemos de nosotros mismos, culpabilidad para tenernos subyugados y que nos boicoteemos en los posibles avances que intentamos hacer... el "divide y vencerás" es el lema de nuestro ego. Mientras esa división exista, un velo de ignorancia nos cubre los ojos, y solo vemos a través de la distorsión que éste nos proporciona. No somos islas en medio del océano flotando a la deriva, arrastradas por las corrientes marinas y azotadas por los vientos cambiantes que las recorren ¡¡Somos el océano mismo unido gota a gota hasta formarlo!! Una sola gota se evapora sin dejar apenas un rastro de sal, todas ellas unidas tienen la fuerza de mover continentes y derribar las torres más altas. El ego ha sido y será nuestro peor enemigo... pero a la vez puede ser nuestro mejor aliado ¿Cómo puede ser ésta dicotomía? Cuando vivimos en la dimensión espiritual no tan solo sabemos que somos unidad, sino que lo somos, pero cuando adoptamos la dimensión humana necesitamos convertirnos en seres individuales para poder experimentar las lecciones que escogimos vivir. Voluntariamente velamos esta información que permanece oculta en nuestro interior y descubrirla es uno de los mayores retos que se nos plantea en nuestra evolución. A cada paso que avanzamos esta joya de sabiduría brilla con más intensidad, hasta que es capaz de iluminarnos desde dentro para encontrar el camino hasta llegar a ella. Nuestro mayor aprendizaje consiste en saber reconocer el ego y trascenderlo, darnos cuenta de sus tretas y de sus escondites para poder descubrir quienes somos en realidad. Es el juego del escondite al que más nos gusta jugar y del que menos nos damos cuenta que estamos jugando. La vida no es sería, nunca lo ha sido, es el jardín de infancia al que nos gusta regresar una y otra vez para divertirnos... lo malo es, que cuando estamos inscritos en él, nos olvidamos de todo esto, de que todos formamos parte de juego, de que Somos el juego en sí. Cuando lo descubrimos, algo en nuestro interior se ilumina, el velo que nos cubría los ojos se rasga, y entonces ya no somos la mente que piensa, que intenta comprender los por qués perdiéndose en ellos, ni que justifica lo injustificable o coarta la visión real de los hechos, somos sentimiento. Sentimos desde el corazón, sentimos el AMOR en mayúsculas, el amor que no juzga, que no teme ofrecerse para salir dañado, que no critica, que no evalúa, que no se siente por encima de nadie, que se da sin condiciones, sin restricciones, sin negociaciones previas y sin discusiones. Y desde ese sentimiento nacido del corazón y volcado desde el alma, nos damos cuenta de que lo que te duele me duele a mí también, de que yo te alegra también me alegra a mí, de que tú me perdonas y yo te perdono, de que tú me amas y yo te amo, porque tú y yo somos lo mismo, formamos parte de la misma unidad, no hay separación. El ego, nuestro yo, ha crecido hasta alcanzar la sabiduría que le pertenece por derecho propio, y el "YO SOY LO QUE YO SOY" inunda cada partícula de nuestro ser, encontramos la paz en nuestro interior y nuestras vidas no vuelven a ser lo mismo. Es entonces, y solo entonces cuando la sinfonía del Universo entona la canción de unidad con todos sus instrumentos.

domingo, 3 de abril de 2011

La alegría y la felicidad nacen...

La alegría y la felicidad nacen de nuestro interior, no hay acontecimientos externos que nos lo garanticen

Con demasiada frecuencia creemos, que los causantes de que nuestra vida sea plena y rebosante de felicidad o por el contrario vacía y carente de ella, son las circunstancias que la envuelven. La vida simplemente pone a nuestro alcance las situaciones, las vivencias y las personas que interactuan con nosotros, el resto es cosa nuestra. Un día mojarnos bajo la lluvia puede ponernos de mal humor, enfadarnos, deprimirnos o dejarnos indiferentes, pero otro día causarnos alegría, animarnos haciendo que rebosemos energía y entusiasmo. Por lo tanto, la lluvia no es la responsable de nuestro estado de ánimo, es cómo la vivamos nosotros, de nuestra percepción del momento.
No es lo que nos sucede, sino cómo respondemos nosotros a lo que nos sucede. Somos los únicos responsables de nuestros estados de ánimo. Los sucesos solamente son el camino por el cual transitamos: correr, andar, saltar, tropezar, caer, levantarse, descansar, avanzar... solo podemos decidirlo nosotros mismos, el camino tan solo nos presenta el recorrido.
La alegría y la felicidad nacen del centro de nuestro ser cuando estamos en paz con nosotros, con nuestro entorno, y esa paz no quiere decir que seamos los afortunados del número que marca la ruleta, los pocos a los que no les sucede nada malo, o los que lo tienen todo de cara. Situaciones problemáticas las tenemos todos, y todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos pasado por experiencias traumáticas y conflictivas, experimentado la pérdida, la separación, hemos tenido altos y bajos en nuestra existencia, nos han defraudado, nos han rechazado... lo que marca la diferencia, no son las cartas que nos tocan en el juego de la vida, sino como jugamos nosotros con esas cartas que nos han tocado en suerte.
Si cada vez que nos sucede algo, que nosotros consideramos negativo, nos anclamos en el suceso viviéndolo desde el "pobrecito de mi", tan solo experimentaremos la tristeza, la amargura, la desolación, seremos infelices y nuestra vida estará carente de color. Si por el contrario, ante ese mismo hecho negativo, sacamos pecho, lo afrontamos, luchamos por salir adelante, y renacemos de nuestras propias cenizas, la satisfacción de haber hecho todo lo que estaba en nuestras manos, independientemente del resultado final, nos aportará la paz de nuestro interior que se traducirá en felicidad y alegría.
No es malo llorar, ni enfadarse, ni enojarse con lo que nos sucede, una buena rabieta o un buen llanto son liberadores, pero después enjuaguemos las lágrimas y serenémonos para poder ver las cosas tal cual son y pongámonos manos a la obra, porque tal vez aquello tan negativo que nos ha llevado hasta ese instante en nuestra vida, sea el mejor regalo que nos hayan ofrecido.
Los acontecimientos son caramelos envueltos en papeles de diferentes colores que nada dicen del sabor que encierran, nos ofrezcan el que nos ofrezcan, saboreemoslo de principio a final, solo así sabremos si su sabor nos gusta. La felicidad y la alegría no están contenidas en el envoltorio ni en el caramelo, están en el acto de paladearlo, y solo nosotros podemos hacerlo.