No basta con decir que ya aprendimos, porque sino ponemos en práctica lo que sabemos de nada sirve el camino recorrido
Estamos viviendo la era de la información y de la comunicación, no hay nada que no suceda en la otra parte del mundo que no nos llegue con la rapidez del rayo. Podemos hacer mil cursos a distancia, asistir a toda clase de conferencias y charlas sin necesidad de movernos del sofá de casa. Acumulamos información y más información, en ocasiones carente de valor para nuestra vida o nuestras circunstancias, pero de todas maneras las atesoramos porque provienen de personas altamente cualificadas.
Nos desesperamos por entender este u otro concepto que nos hará cambiar la vida, lo memorizamos para después guardarlo en el rincón de las cosas aprendidas y no utilizadas. Seguimos buscando fuera de nosotros, sin darnos cuenta, aquella chispa mágica que hará que nuestra complicada vida se convierta, de la noche a la mañana, en un remanso de paz y conocimiento.
Hay que aprender a ser selectivos con las cosas que nos llegan, discernir cuales de ellas se ajustan a la realidad de nuestra vida cotidiana, tener abiertos todos los sentidos para captar los mensajes subliminales o reales que la vida pone ante nosotros cuando nos llega la información, escuchar aquello que resuena en nuestro interior y que hace que algo se agite, quedarnos con esa parte que forma parte de nosotros mismos, que nos empuja a movilizarnos para dar pasos de sabiduría en nuestro camino, que nos ayuda a elevarnos por los peldaños de la escalera de nuestra vida... y después, comprendiendo desde lo más hondo de nuestro corazón, que no es lo mismo que entendiéndolo con el razonamiento de nuestra mente que todo lo quiere, dar un paso más, integrarlo en nuestra vidas, haciendo que eso que agita nuestra alma forme parte de nosotros, de nuestros pensamientos, de nuestros actos y palabras. Cuando no somos coherente con lo que hacemos y decimos, algo falla. Hemos aprendido conceptos, pero no hemos interiorizado sabiduría.
Debemos sentir desde el corazón toda la información que nos llega desde el exterior, solo así podremos discernir si forma parte integral del libro de nuestra vida, de los capítulos que componen las lecciones que debemos aprender... y después, aplicarlo a nuestro día a día, haciendo que forme parte consciente e inconsciente de nosotros mismos, porque sino, no habremos adelantado en nuestro camino, nos habremos perdido en bifurcaciones que no nos llevan a ninguna parte. Puede que nos parezca complicado dejarnos guiar por nuestros propios pasos en lugar de continuar por las marcas que dejaron otros y que les han conducido a lugares maravillosos, pero es que solo nuestra alma sabe los derroteros intrincados por los que debemos avanzar.
No debemos olvidarnos nunca de escuchar los ecos de las palabras que golpean con fuerza las paredes de nuestro interior, y los sentimientos que despierta la información que aletea con suavidad en los aledaños de nuestro corazón, transmutar todo eso en conocimiento y sabiduría en nuestra vida, viviéndolo desde la comprensión de nuestro ser, actuando en consecuencia y avanzando con el coraje que nos da el saber que estamos recorriendo el camino correcto para nosotros. Por muy difícil y complicado que parezca, ese camino comienza con el primer paso que damos después de decir "si" de todo corazón a nuestra alma.
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