martes, 12 de junio de 2012

Reflexiones nocturnas

Tras larga noche de insomnio acuden a la mente reflexiones que tal vez sin un estado de quietud no seríamos capaces de escuchar. También es cierto que, en esas horas de oscuridad y calma, las emociones y sentimientos se magnifican, y en ocasiones podemos sacar de contesto las cosas que danzan a nuestro alrededor. Pero no debemos desdeñar lo que nuestro inconsciente trata de trasmitirnos cuando no nos queda más remedio que hacer oídos a través del silencio que nos rodea. Doy fe de ello.

En el transitar de sábanas enrolladas y acomodamiento de miembros percibo cuan largo es aún el camino que me queda por delante, cuando ya pensaba que tenía tanto tramo recorrido. Me sobrecoge el darme cuenta del baile incesante de mi vida que da brincos de aquí para allá sorteando los obstáculos que se me van cruzando, y de como, en demasiadas ocasiones, esos pasos danzarines me llevan a retroceder a kilómetros de la distancia recorrida, y me doy cuenta, de que una vez más, la vida en su amplia sabiduría, a vuelto a ponerme un examen por sorpresa y yo no he sabido salir airosa de la prueba... ¡¡Cuántos exámenes me quedan por aprobar!! y es que los teóricos son siempre mucho más fácil que los prácticos.

Con demasiada facilidad nos olvidamos, y me olvido, que todo lo que acude a nuestras vidas: personas, retos, acontecimientos, situaciones propias o ajenas... formaban ya parte de nuestro aprendizaje y evolución mucho antes de que decidiéramos tomar la forma de nuestro cuerpo. Que la herencia recibida, cultural, genética o de nuestros ancestros son solo las herramientas que mueven la tierra bajo nuestros pies para que podamos encaminar nuestros pasos hacia la dirección correcta. ¿Pero cuál es la dirección correcta? ¡¡Aquella que nos haga sentir bien por dentro!! es la respuesta más coherente. Más, cuando nuestras decisiones o actuaciones se entretejen con las de todos y todo lo que nos rodea no es tan fácil destilar la tintura madre de esa coherencia. 
No somos nadie para juzgar la forma de pensar o reaccionar de los que nos rodean, porque tal vez aquello que juzgamos tan a la ligera es la cerradura que encaja con la llave que nosotros mismos tenemos en nuestras manos. Pero también puede que funcione a la viceversa. Porque todos formamos parte de ese puzzle que va encajando sus piezas segundo a segundo a través de la eternidad.
Mi noche de mirada interna me ha forzado a ver esa parte oscura que aún permanece dentro de mí aunque me esfuerce por iluminarla día a día. La pequeña linterna de mi falta de sueño ha roto tímidamente las tinieblas de mi enmarañada mente, y no me ha tocado más remedio que observar que todavía me implico demasiado en algunos acontecimientos que me envuelven como una tela de araña.
Normalmente soy capaz de mirar desde la distancia sin perder la perspectiva ni la empatía. Hace tiempo que aprendí a aplicar en mi misma la ley del colador, dejando pasar mis sentimientos, siendo asertiva, y sin permitir que los sentimientos ajenos penetren hasta tal punto que me imposibiliten para ver desde la distancia e inhabilitándome para poder ayudar y dar consuelo a todos aquellos que acuden a mí. Pero una gran parcela, y sobretodo con relación a mi propia familia, se obstina en permanecer fuera de mi alcance y a no mantener la distancia en la justa medida para poder ver con esa perspectiva que tanto necesito. 
Me queda un largo camino por recorrer, lleno de bifurcaciones y recovecos, solo pido que para recorrerlo pueda encontrar el bastón que me ayude a dar los pasos necesarios y que me facilite el apoyo que necesite en los momentos de flaqueza y duda.
El sabio bastón de la comprensión de mis amigos y de las personas que de verdad me importan, de todos aquellos que recorren desde el principio el camino conmigo, de los que solo me acompañarán un tramo y de aquellos con los que me iré cruzando. El bastón de luz que ilumine mi camino en los momentos de negra noche y de tormenta. El mágico bastón que me ayude a discernir el camino cuando las dudas sean más grandes que las certezas. El paciente bastón que será mi maestro cuando las lecciones ofusquen mi inteligencia. 
Sé que no soy perfecta, que mis defectos son mayores que mis virtudes, que mis fallos superan a mis aciertos... pero soy consciente de ello y lucho cada día por superarme, por encontrar el equilibrio, por curar las heridas que a veces inflijo sin darme cuenta, a mi misma y a los que me rodean.
Soy todavía un alma inmadura que trata de madurar a través de las circunstancias que día a día me tocan vivir, las que yo misma me busco y las que me salen al paso de la mano de los que interactuan conmigo. Solo pido comprensión y paciencia por parte de todos aquellos que por un motivo u otro les toca estar cerca de mi. Prometo compartir mi faro de luz con vosotros para poder mezclarnos e iluminar nuestro camino conjunto, y así poder hacer más fácil nuestro transito por el camino de la vida. 
Gracias a todos por vuestra comprensión y amor.

2 comentarios:

  1. Gracias a ti Montse por este ejercicio compartido y en el que tantos aspectos nos son conocidos en muchos momentos de nuestras vidas.

    Seguro que muchos bastones están, no solo a tu lado sino en tu interior, ofreciéndote su ayuda, esa bendita tintura madre de la coherencia y que todos necesitamos.

    Abrazos en tus reflexiones

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  2. Gracias Pilar. Es cierto que a veces en la quietud de la noche, y mientras los demás duermen, reflexiono sobre las cosas que suceden en mi vida, y al despertar siento la inquietud de compartirlo con los demás, a mi me ayuda a clarificar mis sentimientos… y si de paso ayudo a reflexionar a otros mucho mejor. Besos de colores.

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