jueves, 7 de abril de 2011

La vida es el don más preciado...

La vida es el don más preciado que tenemos, y a la vez el que menos apreciamos

Damos por hecho de que la vida siempre va a estar ahí, para nosotros y para los que amamos, y esto le resta el valor que se merece. No sabemos apreciar el maravilloso milagro que representa estar vivo, y vivimos arriesgándola. Nos alimentamos de cualquier forma, nos sometemos al estrés de mil cosas por hacer en el menor tiempo posible, nos contaminamos de emociones dañinas y de pensamientos densos y repetitivos, nos apoltronamos ante cualquier aparato que nos mantenga fuera de nosotros mismos, y lo peor de todo, nos olvidamos de amarnos. Pero la vida está ahí, y discurre con o sin nosotros, y desgraciadamente nos damos cuenta demasiado tarde que tenemos un tiempo limitado para disfrutarla. Es bien cierto que está ahí siempre para nosotros, pero nosotros no estaremos siempre con ella, el flujo de vida continuará mientras que el nuestro un día se apagará. Cuando nacemos La vida nos ofrece un gran libro repleto de páginas en blanco y un tintero lleno de tinta de colores para rellenarlo. Comenzamos con entusiasmo, garabateamos, dibujamos, escribimos, coloreamos, hasta que un día nos acomodamos tanto a tenerlo con nosotros que nos olvidamos de él, damos por hecho que en cualquier momento podemos recuperarlo y seguir dándole contenido, pero desgraciadamente, llega un día en el que no nos es posible utilizarlo más, y cuando pasamos sus páginas, nos damos cuenta de todas aquellas que están en blanco y de que nuestro tintero está medio lleno de la tinta que no hemos utilizado. Es entonces cuando apresuradamente queremos retomarlo y completarlo con todos aquellos dibujos que quisimos hacer siempre y que nunca hicimos, disfrutar de todos los colores, saborear todos los instantes, cuidar el papel y la tinta para que no se nos acabe antes de haber plasmado todas las cosas que queremos. Pero entonces ya es demasiado tarde. El flujo de nuestra vida pone el punto y final a nuestro libro. Despertemos ya del mal sueño en el que tan a menudo nos quedamos atrapados, y dejemos volar de nuevo nuestros sueños como cuando eramos niños y corríamos cogidos de la mano de la vida. Aún estamos a tiempo de darnos cuenta del precioso presente que nos regalan cada día, minuto a minuto, segundo a segundo, y vivamos la vida con plenitud, experimentando todo aquello que nos pertoca. No dejemos nunca de mirarla de frente, con ilusión, esperanza, ternura, alegría, felicidad, comprensión, tolerancia, respeto, en definitiva con AMOR, porque la vida es el AMOR, que nos alimenta, nos sostiene y nos trasforma. El milagro que somos todos y cada uno de nosotros se merece que vivamos nuestras vidas con todo su esplendor. Si la vida es el mayor don que tenemos ¿te animas a disfrutarla conmigo desde este momento?.

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