martes, 12 de abril de 2011

Llevo una expresión agradable...

Llevo una expresión agradable en todo momento, y sonrío a todo ser con el que contacto

Vivimos en un mundo donde las prisas no nos dejan disfrutar del entorno, vamos de aquí para allá como si la vida nos fuera en ello, mil pensamientos cruzan nuestra mente a cada momento, estamos tan centrados en nosotros, y en aquello que nos preocupa, que ni nos damos cuenta que estamos rodeados de otros seres humanos, que como nosotros, caminan a nuestro alrededor como si fuéramos de mundos diferentes. Todo ese batiburrillo de pensamientos que atiborran nuestra mente son el reflejo de la expresión de nuestro rostro.
Qué poca importancia le damos a esa parte de nuestro cuerpo que mostramos con más desnudez. Podemos llenarla de colores que la hagan más atractiva, pero nos olvidamos de lo más importante, la expresión. Es nuestra tarjeta de visita, el contacto más directo que tenemos con los demás y el que llega más abiertamente al corazón. Nuestra expresión, nuestra mirada, nuestra sonrisa, hablan por nosotros sin necesidad de palabras. Tranquilizan, dan confianza, ternura, calma, seguridad, pueden apaciguar una discusión, trasmiten las emociones de nuestro interior, son el hilo conductor que nos une a los demás.
Hay escuelas que enseñan técnicas de expresión para pasar entrevistas, para usarlas como marketing, pero esas no dejan de ser una caricatura de nosotros mismos. Cuando no nacen del alma y se entregan con la mirada, están carentes de valor, pueden ayudarnos a salir del paso, pero no hace que la expresión trasmita la calidez que debiéramos sentir en el interior. Pagamos por aprender esas técnica, a sonreír y a mirar, a dar sentido a nuestro rostro, a trasmitir con las posturas de nuestro cuerpo, a mostrar algo que en realidad no sentimos, cuando es más fácil que todo esto, solo hay que sentirlo desde el corazón.
Sonreír no cuesta dinero, no empobrece al que lo da, ni hace daño al que lo recibe. La sonrisa que nace y muere en nuestra boca, y no se extiende a la mirada, no tiene el poder de esa misma sonrisa que nace del alma e ilumina la expresión. Es la que hace que nos sintamos en paz con nosotros mismos, con nuestro entorno. No hace que los problemas desaparezcan, ni el drama que en ocasiones a podido convertirse nuestra vida, pero nos aporta la calma para seguir adelante, para ver soluciones, para emprender la marcha, para luchar y no dejarnos vencer por la tristeza que puede paralizarnos.
Una sonrisa nacida del alma y entregada con el corazón, puede cambiar la vida a la persona que la recibe, aportándole el coraje que necesita para dar el paso que no se atreve, para trasmitirle el mensaje, de que a pesar de todo, no está solo, para serenar y apaciguar un estado de ánimo que puede ser explosivo. La expresión es la fuerza y el poder que puede mover montañas que creíamos inamovibles.
La próxima vez que te mires al espejo sonríete desde la mirada, trasmítete amor con ella y desde ese punto de paz, compártela con los demás, puede sorprenderte el resultado que obtengas. Si más no, tú te sentirás mejor contigo mismo y ayudarás a cambiar el ánimo de muchos con los que te cruces en el camino.
Desde aquí te trasmito mi mejor sonrisa nacida del corazón.

4 comentarios:

  1. Estoy totalmente de acuerdo, incluso cuando hablo por teléfono intento sonreir para que en mi voz se transmita mi sonrisa, hasta por teléfono trasmitimos la sonrisa.Flordecera.Maria.

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    1. Y lo mejor de esa sonrisa... ¡¡¡es que nos hace felices a nosotros mismos!!! No dejes nunca de sonreír, tu cuerpo te lo va a agradecer en forma de salud. Sonrisas de colores para ti.

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  2. Hola Montse,
    Muchas GRACIAS por compartir esta reflexión
    Es cierto, es importante realmente sentir desde el Corazón
    Porque, en realidad, somos personas

    FELIZ AÑO 2013


    Saludos,

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    1. Gracias a ti Begoña por sentir desde el corazón. Besos de colores para ti.

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