La peor tragedia no es morir joven, sino vivir hasta los noventa sin haber vivido.
Vivimos aplazando nuestros sueños, porque nunca es el momento adecuado. Haré esto o aquello cuando el tiempo me lo permita, lo haré más tarde, cuando mis hijos sean mayores, cuando me jubile, cuando haya terminado la carrera, cuando esté preparado, cuando gane lo suficiente... y vamos dejando pasar la vida por nuestro lado porque nunca es el momento oportuno para afrontar nuestros miedos y dar un sí definitivo a nuestra aventura. Pero llega un momento decisivo en la vida, no importa la edad que tengamos, que miramos hacia atrás y nos damos cuenta de que la oportunidad se nos ha pasado, que el tiempo invertido en pensar "cuando..." nos ha cegado tanto que es imposible recuperarlo. La próxima vez que tu alma susurre a tu corazón aquello que anhela, no permitas que tu mente asuma el mando, y da el primer paso para cumplir tus sueños. Vive con plenitud tu vida para que cuando mires atrás sonrías con satisfacción y no llores con frustración.
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