No conozco un camino seguro para el triunfo, pero sí un camino para el fracaso seguro: querer complacer a todo el mundo.
Debemos darnos cuenta, de una vez por todas, de que nosotros somos lo más importante que tenemos en esta vida. Y no es egoísmo, ¡es amor!. Cuando intentamos complacer a todo el mundo, por encima de nuestros propios deseos o creencias, no estamos dando lo mejor de nosotros mismos, porque damos por obligación, por vergüenza, por el que dirán, porque me acepten o me quieran... y no damos desde el corazón. Es entonces cuando aquel "si" de palabra se convierte en un "no" con la acción, porque nos lamentamos de ser débiles, nos culpamos por ser permisivos, nos reprochamos el tener que hacer lo que no queremos, en definitiva, nos machacamos emocionalmente ocupando nuestra mente con pensamientos repetitivos de aquello a lo que estamos obligados a hacer sin nuestro propio convencimiento. Y no nos permitimos disfrutar de los que sucede a nuestro alrededor porque estamos lamentándonos de algo que nosotros mismos hemos creado ¡Nos hemos convertimos en víctimas de nosotros mismos!. Debemos aprender a poner límites a los demás para que no abusen de nosotros, pero primero tendremos que aprender a ponérnoslos a nosotros mismos. A saber decir "sí" o "no" desde el corazón y no desde la obligación. Es entonces cuando amaremos de verdad y habremos encontrado el camino que lleva al triunfo.
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