Sigue adelante, porque todas las nubes de la existencia también pasarán y brillará de nuevo el sol de la alegría
Hay momentos en nuestras vidas que parece que nada tiene solución, que es tal el caos que reina en ellas que jamás vamos a encontrar el equilibrio necesario para retomarlas en el punto en el que las dejamos, cuando todo estaba bien y las cosas nos funcionaban. Miremos a donde miremos nada más vemos confusión y desorden, y esa es la misma confusión y desorden que sentimos en nuestro interior. Nos sentimos perdidos dentro de nuestras circunstancias y de las que nos ha tocado vivir. Pero para poder restaurar la paz en nuestro interior y recuperar el equilibrio perdido, primero tendremos que aceptar que las cosas están cambiando, que nada es estable e inamovible, que todo forma parte de la transformación, y para que haya una transformación verdadera, a veces, se han de derribar los cimientos que la sustentaban y que ya no son validos para el momento presente. Cuando reformamos nuestra casa, bien porque no nos gusta como es o porque ya no se adecua a nuestras necesidades, pasamos por una época de caos, todo está fuera de lugar, paredes que se destruyen, suelos que se levantan, cosas que no sirven y que se tiran para hacer sitio a las nuevas y más adaptadas a las necesidades actuales. Pero después de la confusión viene la calma y la satisfacción de los resultados obtenidos. Y aunque en algún momento de desesperación hubiéramos creído que aquello no iba a tener fin, que por siempre íbamos a estar rodeados de escombros y desorden, nos damos cuenta de que las cosas tienen un principio y un final, y que ese final ha valido la pena porque lo que hemos conseguido ha hecho que nuestro día a día mejorara. Nuestra mente es nuestra casa y los sentimientos y emociones los obreros que destruyen y levantan nuestras paredes, y hay momentos en la vida que necesitamos obras de reparación en nuestro interior, y a veces desde los cimientos, para podernos adaptarnos a las circunstancias que nos tocado vivir en determinados momentos. Si nos desesperamos y deprimimos y solo nos quedamos con aquello que nos preocupa, no nos podremos ocupar de lo que realmente necesitamos, que es encontrar la paz en nuestro interior para poder construir las circunstancias de nuestro exterior. En estos momentos la Tierra, que es la casa de todos nosotros, está pasando por sus propias obras de restauración y necesita de todos los obreros disponibles para llevarlas a cabo, necesita nuestra comprensión, paciencia y amor para lograrlos. Necesita de toda nuestra luz para iluminar los lugares oscuros que más que nunca han de ser reparados. Aceptando nuestros propios cambios interiores y exteriores, mirando hacia delante centrándonos en la reconstrucción de nuestras vidas, sin quedarnos anclados en el pasado ni temeros del futuro que vemos como incierto, estaremos aportándonos paz y serenidad a nosotros mismos y a nuestro planeta, que es lo más prioritario en estos momentos, para que después de la tormenta vuelva a lucir el sol de la alegría.
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